La vocación autoritaria de los actuales gobernantes, con el propio Presidente Maduro a la cabeza, muy cargado de obsesión, sigue amenazando, en palabras y en hechos, a los medios de comunicación social, a punto de convertirlos en potenciales víctimas de la censura. La reciente noticia del nuevo procedimiento de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) contra la Globovisión de ahora, da una idea aproximada de hasta dónde se puede llegar.
En efecto, la nueva Globovisión, la del proclamado equilibrio noticioso como bandera de hoy, acaba de caer en el juego autoritario al que se quiere someter a los periódicos, emisoras y televisoras en sus noticias. El mismo Pedro Maldonado, director general de Conatel, al referirse al mencionado caso en investigación dice: …”Presuntamente se podría estar difundiendo por ese programa (“Caso de investigación”) elementos que podrían generar zozobra en la ciudadanía, al dar cobertura sobre la supuesta escasez de vehículos y productos alimenticios a nivel nacional”. Manifestó que al respecto ese programa noticioso violentó el artículo 29 de la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión, que permite multas a los medios que difundan mensajes que puedan generar zozobra en la población.
La gente en general dice, en relación con lo recientemente sucedido con la Globovisión del presente: “Si esto es con la Globovisión de ahora, cómo será con los otros medios ajenos al Gobierno”. Y tiene razón la gente. Su intuición es sabia y acertada. Mucho más cuando los discursos amenazantes del Presidente Maduro son en verdad suficientemente claros, para entender lo que pueda venir, según las palabras de los actuales gobernantes.
¿Qué hacer, entonces? La respuesta es elementalmente obvia: frente a tan amenazante realidad la única que puede y debe dar toda la Venezuela democrática, haciendo gala de su dignidad nacional, es la lucha cívica para que esa negativa realidad cambie por completo y todos los medios de comunicación se puedan sentir verdaderamente libres en su ejercicio, sin amenaza alguna, directa o indirecta, de censura gubernamental.
Dada la trascendencia del potencial problema político-social que está planteado, por el muy amplio servicio de información que diariamente prestan a toda la sociedad los medios de comunicación no comprometidos políticamente, debiera haber esta vez la necesaria movilización y vigilancia de las más diversas organizaciones e instituciones existentes, ante la amenaza de censura comunicacional.
Así están las cosas en la Venezuela actual, de prueba democrática, cuando la misma Constitución y demás leyes nuestras están demandando el más cabal cumplimiento de sus mandatos.
