La puesta en escena, Como vaya viniendo… Elba y Bevione van resolviendo fue estrenada en Barquisimeto, una invitación a vivir en el presente con responsabilidad.
Un encuentro que invita a la reflexión. De esta manera podría resumirse la presentación que Elba Escobar y Julio Bevione sostuvieron el pasado sábado en el Teatro Juares, en estreno nacional.
Como vaya viniendo… Elba y Bevione van resolviendo es el nombre de esta puesta en escena, que aunque no ofrece diversión, música o actuaciones presenta a los asistentes las herramientas adecuadas para reflexionar sobre aspectos importantes de su vida, como el constante drama e incertidumbre en los que muchos venezolanos viven, cual culebrón criollo.
Bevione invita a despojarse del drama a fin de vivir un cambio espiritual real, que inicie con “ser más amorosos” y respetuosos consigo mismo y luego con los demás.
Como las gotas de cloro
Bevione cita que desde la creación de los imperios la humanidad vive en una constante pelea, incluso con las personas a las que se ama, por lo que afirma que el drama también se ha comprendido como una forma de amar.
Es el amor que se siente por la otra persona el que permite aceptarla con sus virtudes y defectos, puesto que se ama a la persona, no su carácter. Al aceptarla tal y como es se acaban los enfrentamientos y ésta entra en un estado de reflexión, comentó Elba Escobar.
“Para amar a tus padres, por ejemplo, no necesitas que se parezcan a lo que quieres, el amor implica aceptar eso que no te gustó y ver qué quieres hacer con eso”, explicó el analista, quien relaciona este sentimiento como el cloro, que puede ser demasiado intenso, “por lo que no podemos pretender ser seres amorosos, hasta no haber limpiado nuestras pequeñas manchitas”.
Son esas dos gotas de cloro las que en una relación pueden llamarse aceptación, “la forma en la que limpio mi vida para comenzar a ver las cosas como son”.
Educarse para el amor
Invita a educarse como sociedad, no para sostener el drama, sino para generar bienestar.
Para esto exhorta a deslastrase de la cultura del enojo y tomar decisiones para ver la vida de una manera distinta, dejar de mirar el pasado y lamentarse por lo que ocurrió, a fin de no alimentar el drama. No es ignorar lo que ocurre o ver el mundo color de rosa, sino preguntarse qué hacer con ese presente que ahora es luz u oscuridad.
También invita a dejar de pensar en lo que pudo haber sido o inventarse una vida futura, con una persona por ejemplo, y negarse a vivir el presente.
El apego y desapego
El desapego inicia cuando la persona comprende que no está apegada a algo. Pero alejarse de las personas y seguir sufriendo no es esto.
“El apego entonces no es estar atado a la idea que esa persona es la razón de mi felicidad, puesto que en realidad no es una atadura a la persona, sino a la historia que me cuento”.
Relacionó esta idea con los trabajos y el apego a la idea de que en otro lugar no se ganará un sueldo mejor, poniendo entonces precio a lo que se es como persona, el sueldo por encima del ser. No es apego al trabajo, sino a la idea.
Hasta que la persona reflexione acerca de las historias que se cuenta, y que generan angustia, no habrá desapego.
Al dejar de especular y detener el drama, se deja de necesitar a otros y cosas. La abundancia espiritual no está determinada por tener mucho, sino la capacidad de disfrutar las cosas como “vayan viniendo”, comentó el analista.