“La muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligada a loa humanidad; por consiguiente nunca hagas la pregunta. Por quién debían las campanas; doblan por ti”.
Hay diferentes formas de demostrar que no somos insensibles a los ominosos crímenes que a diario suceden y que aún no hemos perdió ¡Nuestra capacidad de asombro!… (qué el índice delictivo en Lara haya bajado el 40% no tranquiliza porque no es coherente con lo que vemos o vivimos. Es muy común entrar en pánico al escuchar el ya no confundible fragor de un disparo. Lo digo con todo el respeto a las autoridades, ya que también son muchos los funcionarios caídos en el ejercicio de tan riesgosa y loable labor; la prueba está en que el dìa miércoles 2 de octubre asesinaron al Oficial Jefe Gregorio Torrealba. Hechos dolorosos como este nos descentren en nuestra condición humana.
La mayoría de la población no hacemos más que quejarnos del ingente problema de la delincuencia; pero es urgente trabajar desde diferentes ángulos; cuidado con adaptarnos a la contemplación examine de ¡las marchas fúnebres…! Quiero expresarles mi reconocimiento a las iglesias cristianas, evangélicas, porque con altruismo y eficacia están formando tropas que salen a la calle, en contacto con ambientes hostiles y su única arma es la Biblia diseminando la palabra de Dios. Ya funcionan como escuelas en la formación ética de los ciudadanos.
Entre esos combatientes estaba Miguel Guanipa Rodríguez, el joven asesinado el domingo 29 de septiembre en la avenida Pedro León Torres. Ese aciago acontecimiento vino una vez más a achicar el alma de una familia, de sus amigos, de una sociedad. Todos quisiéramos estar alejados de estos sucesos, pero no estoy utilizando una figura hiperbólica. Es una realidad y todos somos testigos de tan deplorable vivencia.
En 2012 dos hechos nos hacen afirmar que el problema de la violencia es de consecuencias imprescindibles. El asesinato de un joven amigo; abogado y de un joven militar, familiar, quien tres meses después de su muerte recibiría su título universitario. Todos estos muchachos productivos con conducta dignas de emular, dando ya sus frutos a la sociedad. El dolor contagia en un grupo afónico por tantos niños que han quedado en la orfandad. En el caso de Miguel contaba que había logrado tener a su hijo ¡por un milagro de Dios! Pero quienes apagaron la vida de estos jóvenes se robaron también lo más valioso que es el gozo que como padres les genera el descifrar las primeras palabras de sus hijos expresados con donaire y candidez y los hijos no escucharon las historias narradas sabiamente por sus padres, inspiradas por su compenetración con el insondable mundo infantil quienes en el sueño creador de edificantes juegos; en esa búsqueda de descubrir y escudriñar el universo piden que les respondan las repetitivas preguntas del por qué de las cosas: En el simple sonido pausado de una piedra, en el claroscuro de la luna, o al mirar caminar a la hormiga que prepara en el verano su alimento sólo los padres como patrón de identificación aprovecharon de sembrar en sus fantasías con las más sencillas palabras el amor, y el respeto, por Dios, por la humanidad y por la naturaleza como una entidad inherente al hombre.
Pero en esa dualidad de la existencia hay seres que dejan su simiente. Miguel dejó escrito en el Facebook “Necesitamos la compasión para poder ver milagros en nuestra amada Venezuela. Demostramos a nuestras comunidades de qué estamos hechos y salgamos a valorar y amar a todos. Dios los bendiga.