Tolerar o admitir que los dos primeros son similitudes del tercero, es para un creyente una herejía y para un ateo, la expresión de una suprema ignorancia.
En primer término, recordemos el que Cristo no fue concebido por una “Conceptio seminis carni inchoata” o relación carnal común; el que nació en Belén de Judea para formar parte de una ejemplar familia donde predominó la humildad, el trabajo y el amor.
El que su labor mesiánica solamente duró tres años, empleando las “parábolas” como una oratoria explicativa, para una sociedad donde predominaban el ateísmo o el politeísmo, el odio, el rencor, la vanagloria, la hipocresía, la avaricia, el dolo y gobernada por tiranos; el que su finalidad no era otra que el de redimirla mediante la verdad verdadera; la cual estaba muy bien plasmada en el Decálogo o los 10 Mandamientos: amaos los unos a los otros, no usen mi nombre en vano, amen a sus padres, no maten, no roben, no levanten falsos testimonios .., principios que iban en contra de los admitidos por la Asamblea o Sanedrín del entonces, capitaneado por el ateo y déspota Caifás, quien le hizo apresar, flagelar y crucificar por el solo hecho de habernos pedido que cumpliéramos con el decálogo y nos dejó el libre albedrío del incumplirlo, pero el de atenernos a sus consecuencias, los cuales, seas o no creyente, hoy constituyen las bases del Derecho Romano y de toda Constitución democrática. Y su doctrina sigue vigente después de más de 2000 años.
San Francisco de Asís (1181-1226) fue un joven hijo de un rico comerciante de la ciudad de Asís en la Italia Medieval, comerciante que viajaba habitualmente a Francia y por la afición a ese país apodó a su hijo como el Francesito o Francesco; a quien un buen día se le ocurrió vender el caballo y la mercancía de su padre para ayudar a los pobres y leprosos, por lo que fue paternamente castigado muy cruelmente, motivo por el cual renunció a toda su herencia y se dedicó a una vida de pobreza y a predicar el Evangelio a los campesinos.
Con ese ejemplo y esa conducta de austeridad, para el año 1215 ya tenía un significativo número de frailes seguidores y ese mismo año en el Concilio de Letrán, el Papa Inocencio III le dio un Status legal como “Orden de los Frailes Menores o Franciscanos”, quienes tenían como privilegio: “el no tener privilegio alguno”.
Personalmente él se caracterizó por su vida de pobreza y de extrema obediencia, por un gran amor por la naturaleza y por los pajarillos; quizás fue de aquí donde sacaron demencialmente al “pajarito venezolano”. Con toda esta actitud, él” logró salvar a la Iglesia de la decadencia y del desorden en que había caído en la Edad Media”. Lo que nos permite comprender la actual actitud del Papa Francisco.
El tercer hombre fue la antítesis de estos dos seres egregios, nunca tuvo una familia ejemplar, nunca fue humilde y su vida dispendiosa y llena de privilegios personales y monetarios; su oratoria fue escatológica, donde predominaba el insulto, la siembra del odio, del divisionismo social y su decálogo durante mas de 15 años, fue el terror, la expropiación, el encarcelamiento y la violación de los derechos humanos, el enriquecimiento ilícito, el uso del nombre de Dios en vano, ofreció mentiras al pueblo y nos vendió cual Judas por treinta denarios al extranjero.
Hoy, su Herodes hijo, quiere cual Pilatos, lavarse las manos de su incompetencia e írrita posición y tratar de transformar a su putativo padre, un ser que fue un “nada” para la sociedad en la que vivió, en un hombre-dios, robándole un pajarito a San Francisco de Asís. Razón tuvo nuestro Libertador y verdadero General en Jefe al decir: “Los tres mas grandes majaderos del mundo lo fuimos Cristo, el Quijote y yo” y mesiánicamente en carta dirigida a su prima Fanny en París, días antes de su muerte, le escribió lo siguiente: “Estimada prima…. Me tocó la misión del relámpago: rasgar un instante las tinieblas, fulgurar apenas sobre el abismo y terminar perdiéndose en el vacío. Santa Marta 6 de diciembre de 1830. Lo cual era el preludio del irrespeto que para él han manifestado los defensores irracionales de la fracasada Revolución Socialista del S. XXI, máximo al querer endiosarlo como un “pajarito”, comparable con Cristo y con Sanfrancisco de Asís. ¡Voilá¡
