En la Unidad Educativa Nacional Pablo Gil García de Humocaro Bajo, un personal docente con mucha mística o deseos de servir se encarga de la formación de niños y adolescentes, muchos de ellos del campo, interesados en superarse.
El año pasado su matrícula fue de 930 alumnos, “y no recibimos más por falta de capacidad”, aclara una de las docentes.
Como lo afirma Rafael Simón Pérez, actualmente jefe civil de la parroquia y por muchos años profesor en ese centro, “de allí han salido muchos muchachos que siguieron en la universidad y se destacaron en diferentes áreas de la vida nacional”.
Pero el liceo de Humocaro Bajo, como muchos en el país, confronta ciertas deficiencias por falta de suficiente apoyo oficial.
Aun cuando hace algún tiempo les construyeron otros dos salones de clases, todavía hacen falta más para que los 51 docentes allí asignados puedan cumplir mejor su misión de enseñar.
“Afortunadamente hemos tenido mucha colaboración, como la de los alumnos egresados de quinto año que pintaron la estructura”, afirma la profesora Lenny Pérez, subdirectora.
También reciben mucha colaboración de las comunidades, de padres y representantes, pendientes de las necesidades para que los muchachos no pierdan clases.
Pero la institución carece de suficientes pupitres por lo que esperan del Ministerio de Educación una dotación para sustituir aquellos que no tienen reparación.
El liceo de Humocaro Bajo también está urgido de cloacas pues dependen de un pozo séptico construido en 1978, a punto de colapsar.
Debido a esa falla en temporada de invierno se presentan problemas con las aguas servidas.
La batería de lavamanos también colapsó hace tiempo y no ha sido sustituida, pese a su necesidad.
A la unidad educativa acuden muchos jovencitos procedentes de numerosos caseríos de la parroquia Humocaro Bajo, todos de pocos recursos económicos, cuyos padres en muchas ocasiones no tienen para sus pasajes, de allí la necesidad de que se le dote de al menos un autobús para que puedan disfrutar de transporte gratuito.
Otra necesidad es el comedor, cuyos recursos ya fueron aprobados, pero no se han iniciado los trabajos.
“Ese comedor es muy importante para este liceo porque muchos muchachos salen hasta de madrugada de los caseríos donde viven y necesitan alimentarse hasta la tarde que regresan a sus casas después de caminar horas desde Humocaro”, manifestó por su parte Pedro García, el conocido “Tralalá”, luchador social de la población.
En síntesis, la unidad Educativa Nacional Pablo Gil García requiere sea ampliado su edificio y le solucionen sus deficiencias de pupitres, cloacas y personal obrero para que pueda mantenerse en óptimas condiciones para beneficio de sus más de 900 estudiantes y 51 docentes.