La formación teórico-práctica de parte del docente es fundamental para garantizar el éxito de la inclusión educativa.
La integración de alumnos con necesidades educativas especiales a la escuela regular es una práctica común en las naciones industrializadas. Países como Inglaterra, España, Estados Unidos realizan significativos esfuerzos para la implementación del proceso de inclusión desde hace más de tres décadas, contando con el apoyo de organismos mundiales que han diseñado programas y políticas para el logro de esta meta.
Además, los gobiernos y organismos efectúan investigaciones que les han permitido el desarrollo y activación de prácticas inclusivas más efectivas. En estos países la discapacidad es vista como una diferencia individual más que como un defecto haciendo que la praxis educativa sea enriquecida por la atención a la diversidad.
Esta finalidad del proceso educativo tuvo su impulso en la Convención de las Naciones Unidas en 1989 referida a los Derechos de la Infancia y reforzada por la Conferencia de las Naciones Unidas “Educación para Todos” (1989) y la Declaración de Salamanca (1994), que busca la reducción de la exclusión en el proceso educativo para las personas con discapacidad, según explica en su tesis doctoral “Modelo venezolano de integración educativa” (2009), la magíster Rosalinda Romero de la Universidad del Zulia.
Se trata de un derecho que se ha materializado a través de la Educación Especial, la cual tenía como objetivo la atención al alumno con dificultades para progresar con los recursos ordinarios de la escuela común o regular. “Esta modalidad de educación especial fue y es considerada como un sistema paralelo a la educación regular, con pocas características comunes, debido a la predominancia del modelo clínico-biológico, recibiendo el alumno un tratamiento y una educación distinta, con un currículo diferente”.
Pero en la actualidad también se contempla la denominada integración educativa, promovida también por el estado venezolano y considerada como el derecho que tienen todos los alumnos a recibir una educación en contextos normalizados que favorezca adecuadamente su desarrollo. “Además que se centra en apoyar las cualidades y detectar las necesidades de cada uno y de todos los estudiantes en la comunidad educativa, para que se sientan bienvenidos y seguros y alcancen el éxito”.
“La integración escolar en nuestro país es considerada un derecho constitucional, una política educativa, una prioridad de demanda social y sobre todo un reto enorme, porque se trata de brindar una educación de calidad para todos, lo cual conlleva un proceso de cambio y mejora de la escuela en todas sus dimensiones, para dar respuesta a las necesidades educativas de todos los alumnos. Este proceso de cambio, requiere de un modelo que oriente, organice y coordine todas las instancias y actores involucrados en el proceso, desde una perspectiva política, conceptual, metodológica y pedagógica”.
La resolución 2.005 del Ministerio de Educación (1996) contempla que tanto los planteles públicos como privados deben garantizar la inscripción de niños y jóvenes con necesidades educativas especiales, lineamiento que se ha intentado profundizar durante la actual gestión del gobierno nacional. Desde el 2003, el ministerio ha promovido la integración de las personas con discapacidad a los planteles regulares al punto que se estima su aplicación efectiva para el año escolar en curso, realidad que representa un reto para los docentes, alumnos y comunidad educativa en general.
Según la terapista de lenguaje Noraida Caro a la fecha se sabe que los niños de la escuela especial que irán a los planteles regulares son aquellos que “tengan mayor potencialidad”, eso significa que no todos los niños con dificultad auditiva que cursan estudios en la Escuela María Meléndez o el Icoal, irán a los planteles regulares.
“El planteamiento establece que irán solo los que tengan discapacidad moderada en las áreas cognitiva, auditiva y motora… pero considero, que aunque se trate de un compromiso menor, en el proceso de integración e inclusión requiere de una ardua preparación de parte de docente y los alumnos”.
A juicio de Caro, en las escuelas especiales este tipo de población es abordada por un equipo multidisciplinario de especialistas.
“La preparación es indispensable porque la idea no es que el niño o niña especial sea aislado dentro del salón de clases, la idea es incorporarlo para que logre los mismos objetivos que el resto de los alumnos pero mediante la utilización de diferentes estrategias”.
El punto que más preocupa a Caro es el diagnóstico, “me pregunto ¿quiénes serán los jueces o el equipo que identificará a la población susceptible de ser incorporada o no a la educación regular? ¿serán los Centros Diagnósticos de Orientación (Cedos)? Y a ello debemos sumar otra interrogante, aun cuando se haga una buena selección, ¿están los docentes y alumnos preparados para recibir a un pequeño o joven con discapacidad?”.
Según la especialista, la pregunta se hace extensiva también a los padres y representates, dado que aún en la actualidad existen personas poco sensibles frente a la diversidad. “Es necesario definir los criterios, porque el simple hecho de decir que serán ‘las personas de menor compromiso’ no expresa claridad, se debe explicar por ejemplo se serán los de menor compromiso motor en las manos. La integración es difícil cuando no existe una transformación estructural, que implica muchos cambios”.
Más allá de la sensibilización
Según Caro, la preparación de los docentes debe ir más allá de un simple proceso de sensibilización.
“Ellos deben formarse desde el punto de vista académico, teórico y práctico, deben tener nociones de neurología, psicología, adquisición de la lengua escrita, psicopatología, así como mínimos conceptos de anatomía, el cerebro y su funcionamiento o sobre cómo se adquiere la lectura, escritura y el cálculo en los niños con diversidad funcional, un proceso que es distinto en los niños que asisten a los planteles regulares, tanto metodológicamente como a nivel de procesos”.
Otro punto a considerar es la cantidad de niños especiales que se tendrá en cada aula de clases y si se bajará o no la matrícula de alumnos al docente que inicie el proceso de integración, “eso es algo que no ha sido normado”.
A los docentes que les corresponda iniciar el proceso de integración, la especialista les recomienda iniciar un proceso de formación teórica y solicitar a su superior que le permita hacer visitas y establecer contacto con los docentes que están en las escuelas de educación especial, a fin de intercambiar experiencias.
“El intercambio de experiencias es importante, en especial por la observación de las acciones diarias con los alumnos de diversidad funcional; de igual manera, deberían establecer comunicación constante con especialistas de lenguaje, psicólogos, fisioterapeutas, entre otros”.