El ruiseñor del requinto

Celestino Jesús Rodríguez Mata nació el 1 de mayo de 1952 en El Valle de Pedro González, Municipio Gómez del Estado Nueva Esparta. Hijo de Carmen Mata y Celestino Rodríguez, originarios de este exuberante Valle, enclavado en la parte Norte de la isla, frente al majestuoso Mar Caribe.
Sus padres conjuntamente con sus padrinos Ricardo Rincones y Petra Rincones lo llevan a la pila bautismal. Realizó estudios de primaria en su lar querido; más tarde culmina su bachillerato en el liceo Juan de Castellanos de Juangriego. Desde muy pequeño le gustó la música, herencia de su abuelo materno Tomás Mata, versátil maestro de música quien le enseñó el arte de la guitarra y, el destino, le proyectaría hacia la conquista de un espacio musical privilegiado. Fue así como aprendió a tocar el cuatro, la guitarra, pero su afición se orientó más por el requinto.
Tinito como cariñosamente lo conocemos, se casó por lo civil y eclesiástico con la señorita Cenía Serrano, actos efectuados en su Valle de eternas flores. Para la época, los músicos populares pasaban demasiado trabajo en la isla, tenían que efectuar otras actividades para poder sobrevivir. Quizás esa fue la razón, por la cual nuestro hermano Tino, tuvo que emigrar a otros lugares buscando mejores oportunidades laborales. En los intervalos de sus viajes, visita la ciudad de Anaco, estado Anzoátegui, donde decide radicarse con su familia. Sin embargo, siempre nos visita y manifiesta con amorosa ansiedad que está pensando seriamente regresar a la tierra que lo vio nacer y crecer.
En Anaco conformó varios grupos musicales, entre ellos la agrupación Moriche, quienes lograron con marcado éxito algunos LP. Allí conoció y estrechó una provechosa amistad con Alberto Arvelo, uno de los más auténticos de los ejecutantes del requinto en el Oriente del país. Quizá ese fue el empujón definitivo en la carrera musical de Tino. En una oportunidad me confesó que Arvelo fue quien lo pulió, y le enseñó todos los trucos del requinto.
Entre sus anécdotas figura la siguiente: Un buen día lo fuimos a buscar, a su esposa, no le agradaba sus salidas y muy hábilmente inventaba sus escaramuzas para evitarlas. Ese día con las manos en la cabeza se acerca al carro y le dice: ¡Mijo ya te vas, si en esta casa no hay un fosforito, ¿cómo te preparo la cena?! Tino se baja del carro y calmadamente se desplaza a comprar la caja de fósforos, luego regresa un tanto caliente porque la bodeguita le quedaba distante. De nuevo cuando está abordando el carro, aparece la señora y le dice: ¡Tinito, tu éstas loco mijo, tú no sabes que tampoco tengo kerosene! Tinito molesto, le responde: Cenía, tú si eres vergataria, ya me vas a poner las manos hediondas a Paco Rabanne.