La rebelión de los mudos

El periodismo se encarga del acontecer diario y resalta lo que más impacta, interesa y sensibiliza a la vida del ciudadano. En la mayoría de las oportunidades los factores de poder intentan controlar los medios y el mensaje, a los fines de proteger sus intereses y pretender ocultar las verdaderas razones de los hechos que ocurren en un país o en el mundo. El Presidente Maduro, en ese afán, considera que las informaciones sobre desabastecimiento constituyen “propaganda de guerra” y recomienda que debe ser considerado el hecho por la fiscal general de la república, Luisa Ortega Díaz.
Para cualquier defensor de la libertad de prensa, ésta podría ser una de las peores interpretaciones que se haya hecho de la noticia en la historia del periodismo mundial, pero en nuestro país hay muchas más razones y más zarpazos que nos permiten considerar la pretensión oficial como un elemento más de su plan comunicacional, escaneado del modelo cubano que sólo permite el mensaje de la revolución y el uso de los medios del estado comunista. Solo ellos tienen voz, los demás debemos ser mudos. Ese propósito del gobierno venezolano, sustentado en adueñarse de los medios de comunicación, asfixiándolos económicamente, tomando como suyas las señales, dejando vivos a otros a cambio del silencio y cerrándole la posibilidad de importar papel a la prensa escrita, nos ha puesto a los venezolanos en un aprieto. O se produce la rebelión de los mudos o entramos al camino de los gritos del silencio.
Pareciera que la intención es llevarnos a un callejón sin salida. Para todas las dictaduras del mundo la primera tarea es adueñarse de los medios de comunicación y quien levante la voz en contra, lo dicho se considera propaganda de guerra. En el caso venezolano las dificultades son muchas, ya todo se conoce y sería absurdo ocultar lo que ya se ha visto o lo que ya se ve. Los publicistas cuentan la anécdota de un comerciante que montó una pescadería con un aviso: Aquí se vende pescado fresco. Pasó un amigo y le sugirió que cambiara el aviso por SE vende pescado, otro le recomendó que solamente dijera pescado y a la final el de mayor confianza le dijo: quítale eso de pescado que con el olor basta. Así le podríamos decir al gobierno, para qué tanto control de la comunicación si con lo que nuestros ojos ven, basta.
El temor del gobierno son las próximas elecciones del 8 de diciembre. Se quedó sin mensaje, su discurso perdió credibilidad, los medios oficialistas se aferran a la voz del fallecido Presidente Chávez y se olvidan de crear un nuevo liderazgo, marginando hasta al propio Maduro. El oficialismo no encuentra como llevar el mensaje, conoce de la baja sintonía, de la poca credibilidad de sus propios medios de comunicación, y entonces piensa que con cerrarle la boca a los otros, la cosa podría mejorar, pero no es así. El gobierno va a conocer en las urnas electorales la rebelión de los mudos el 8 de diciembre con el mayor porcentaje de votación que haya visto en su contra en los últimos 14 años. La disposición a votar contra el gobierno es el fenómeno de las próximas elecciones municipales, pero al mismo tiempo se crea la necesidad de promover la motivación a votar y esa es tarea de todos nosotros. Lo haremos por señas, con la hojita parroquial, con un embudo de cartón, o al oído, pero lo haremos. Desgracia sería para nosotros que entremos al camino de los gritos del silencio.

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