Las FARC coincidieron el sábado con el presidente Juan Manuel Santos en el sentido que Colombia necesita un discurso social y moderno.
«Sin duda, nuestro país necesita un discurso social, un discurso moderno, como el que expone el Presidente Santos de reformas estructurales a la tenencia de la tierra», expresó el rebelde Jesús Santrich. Fue una referencia a los pronunciamientos en general del mandatario colombiano que suele hablar de reformar el sistema de salud, de atender al campo, entre otras reformas para el país sudamericano.
Santrich, cuyo verdadero nombre es Seusis Hernández, leyó un documento del grupo rebelde antes de entrar a una sesión de trabajo de las conversaciones de paz que las FARC que se realizan en la capital cubana con delegados del gobierno colombiano desde hace casi un año.
En el documento, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia elogiaron también las posiciones del Fiscal General, Eduardo Montealegre, cuyas «apreciaciones» sobre el proceso de paz están llenas de «realismo y sensatez», según señala.
En unas declaraciones recientes a la prensa, Montealegre consideró que «va a haber guerra sucia en Colombia, durante el post-conflicto, y ese va a ser uno de los grandes desafíos del Estado colombiano» en tanto se describió a sí mismo como «un gran optimista de la paz».
Santrich llamó a «entre todos…evitar que se haga realidad el mensaje premonitorio» de Montealegre.
Para lograr tal propósito los rebeldes manifestaron que era necesario «pactar y poner en práctica los mecanismos que permitan desmontar la Doctrina de la Seguridad Nacional, la concepción del enemigo interno y el paramilitarismo».
Por otra parte Santrich reiteró la urgencia de crear una comisión que se encargue de la «revisión y esclarecimiento de la historia del conflicto interno colombiano» y de pactar «efectivas garantías políticas».
En tanto el guerrillero invitó a Montealegre a entender que de firmarse un acuerdo de paz final, «no puede ser posible o factible» que el grupo rebelde «deba terminar con sus protagonistas tras las rejas». Los rebeldes reiteraron también que el Estado no puede ser juez y parte.