Italia estaba de luto el viernes después del naufragio de un barco frente a las costas de Lampedusa en el que murieron cerca de 300 inmigrantes del Cuerno de África, reavivando el debate sobre las políticas europeas de inmigración.
Según las autoridades, el barco que se hundió el jueves por la mañana frente a las costas de la pequeña isla siciliana zarpó de Libia con entre 450 y 500 inmigrantes a bordo y sólo unas 150 personas han sido rescatadas vivas, lo que hace temer un balance de aproximadamente 300 muertos, entre ellos muchos niños y mujeres.
«Ya no hay más esperanzas de encontrar a otros supervivientes», declaró a la AFP un miembro de la Guardia de Finanzas, la policía financiera que opera también en ese sector.
Un total de 111 cuerpos habían sido recobrados y transportados a tierra firme, pero los buzos que exploraron el casco de la embarcación afirmaron haber visto decenas de cuerpos en los alrededores. Los socorristas temen que varios hayan sido arrastrados hacia alta mar por las fuertes corrientes.
Las búsquedas tuvieron que ser interrumpidas a causa de un mar agitado.
«Aquí ya no hay lugar para los vivos ni para los muertos», dijo consternada el jueves la alcaldesa de Lampedusa, Giusi Nicolini. «Es un horror, un horror, no paran de traer cuerpos», añadió. «Tenemos la obligación de dar una sepultura digna a esta pobre gente», dijo.
Las búsquedas se concentran ahora alrededor del casco del barco que yace volcado a 40 metros de profundidad, a 550 metros de la costa de la isla.
Apretujados en un barco averiado, los inmigrantes prendieron fuego a una cobija, lo que provocó un incendio en el barco y luego su naufragio.
«Era impresionante ver los cuerpos de los niños ahogados», declaró un responsable del centro de salud de la isla, Pietro Bartolo.
Según Bartolo no hay suficientes ataúdes en Lampedusa, y varias decenas serán traídos este viernes por barco hasta Puerto Empédocles.
«Pasábamos la noche a bordo de nuestro barco. Oímos gritos y nos precipitamos para ver lo que pasaba, y ahí nos encontramos con una situación de pesadilla», contó a la AFP un comerciante de Lampedusa, Alessandro Marino, uno de los primeros en llegar al lugar del naufragio.
«Vimos un mar de cabezas, no lográbamos cargarlos para salvarlos, estaban cubiertos de aceite», contó a la televisión Rafaele Colapinto, uno de los pescadores que ayudó en la operación de rescate.
Roma decretó el viernes duelo nacional, con las banderas a media asta y se observó un minuto de silencio en todas las escuelas.
El viceprimer ministro italiano, Angelino Alfano, presente en Lampedusa, confirmó a la AFP que el piloto del barco había sido detenido. «Es un tunecino de 35 años que había sido expulsado de Italia en abril», precisó.
Los inmigrantes, en su mayoría somalíes y eritreos, habían salido de las costas libias desde el puerto de Misrata, en la costa de Libia.
«Hay que actuar, en Europa y en África», recalcó el viernes Alfano ante la cámara de diputados. En Europa es necesario cambiar las reglas «que hacen pesar demasiado sobre el país de ingreso la carga de la inmigración clandestina», dijo.