La policía egipcia lanzó gases lacrimógenos el viernes para repeler a islamistas que intentaron tomar la céntrica Plaza Tahrir, en protesta por el derrocamiento del presidente Mohamed Morsi.
Apoyados por carros blindados y alambres de púas, los soldados acorralaron la plaza e impidieron el tráfico luego que la Hermandad Musulmana exhortó a sus seguidores a marchar allí.
Miles de partidarios de Morsi acudieron al llamado desde distintos puntos de la capital, gritando «íEl-Sisi es el enemigo de Dios!» y «íAbajo el asesino!» en referencia al ministro de Defensa Abdel-Fatá el-Sisi, quien forzó la salida de Morsi el 3 de julio ante multitudinarias protestas exigiendo la salida del gobernante.
En sus declaraciones, la Hermandad Musulmana tildó a la Plaza Tahrir como «la capital de la revolución». Fue allí donde en el 2011 estallaron las protestas que a la larga sacaron del poder al presidente Hosni Mubarak y llevaron al breve gobierno de Morsi.
Desde el derrocamiento de éste, casi 2.000 miembros de la Hermandad Musulmana han sido arrestados y sus líderes han sido llevados a tribunales, acusados de incitar a la violencia. Morsi está detenido y se le mantiene aislado.
La Hermandad Musulmana parece estar preparándose para sobrevivir a una represión que, aunque será perjudicial, le ayudará a mantener la cohesión ante la presión del sufrimiento colectivo. En público ha mantenido intactas sus demandas más radicales: que Morsi sea reinstaurado en la presidencia y que se restablezca la constitución que él aprobó.
Algunos integrantes de la Hermandad Islámica admiten que eso es improbable, pero los enérgicos llamados del grupo ayudan a mantener animados a sus seguidores y sus manifestaciones mantienen la presión sobre el gobierno, como posible factor de transacción en unas futuras negociaciones, en que podrían pedir a cambio la liberación de prisioneros o que se levanten algunas restricciones.
Los islamistas estaban tratando de convertir el 6 de octubre, que los egipcios consideran fecha conmemorativa de una victoria sobre Israel en la guerra de 1973, en un día de importancia propia, al llamar a sus seguidores a la Plaza Tahrir para medir fuerzas con la policía.