Por qué es tan difícil salir de Venezuela en avión

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«Todo está copado», dice una. «Los vuelos están cerrados», lamenta otra.

Este corresponsal, que acaba de llegar a Caracas, necesita ir a Bogotá a tramitar su visa venezolana, pero en las agencias de viajes donde estuvo averiguando tiquetes de avión la respuesta fue siempre la misma: «no hay».

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Salir de Venezuela en avión, en efecto, parece imposible.

Los vuelos para los próximos cuatro meses desde el aeropuerto Simón Bolívar de Maiquetía, que sirve a Caracas, hacia ciudades como Lima, Quito o Miami están prácticamente agotados.

Y los que se encuentran, en fechas no siempre convenientes, llegan a costar hasta US$3.000.

¿Por qué?

Control de cambio

Muchos venezolanos lo explican con una expresión y sin dudarlo: turismo cambiario.

El proceso para comprarle dólares al gobierno venezolano es terriblemente burocrático. Y uno de los requerimientos es viajar.

El Estado entrega los dólares de diferentes maneras, pero sobre todo una: en una tarjeta de crédito que el viajero, en teoría, va a usar en sus vacaciones o estudios en el exterior.

Desde que se impuso este sistema de control de cambio hace poco más de una década, la diferencia entre la tasa oficial y la del mercado negro nunca había sido tan amplia como ahora, cuando se pueden vender dólares por seis veces el precio oficial.

Nunca antes, pues, cambiar dólares por bolívares en las calles venezolanas fue más lucrativo.
Y lo que muchos están haciendo, constató BBC Mundo, es conseguir su cupo de dólares, salir del país a conseguirlos en efectivo y traerlos de vuelta para venderlos a seis veces el precio que pagaron en un principio.
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«Raspar tarjeta»

Eduardo, quien no quiso revelar su verdadero nombre para proteger su identidad, es un ingeniero de Caracas que cuando se impuso el sistema de control de cambios tenía 15 años.

Hace un mes, les pagó a dos personas los viáticos y el pasaje a Europa, así como un sueldo para que se fueran con él.

«Lo tomé como un viaje de negocios», le dice a BBC Mundo. «Yo era como su guía».

A Eduardo le sobraron dos tercios de los dólares que le compró al gobierno con el cupo de los tres.

Y gracias a un contacto que tenía en Europa, que además los hospedó por precios muy bajos, pudo cambiar el crédito de las tres tarjetas por dólares en efectivo.

Le cobraron 10% de comisión por pasar la tarjeta -o «raspar», como dicen los venezolanos- sin comprar nada y generar un recibo.

Eduardo pagó 150.000 bolívares por todo este proceso, y después de vender los dólares en el mercado negro y pagarles a sus compañeros de viaje, recibió 420.000.

No show

No existen cifras del número de personas que están haciendo lo mismo que Eduardo, quien piensa volver a hacerlo dentro de un mes. Pero los expertos creen que son muchos.

Un indicio está en que si se compara el pasado mes de julio y el del año anterior, el incremento que se registró en las ventas de vuelos al exterior fue del 80%, según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés).

«La enorme diferencia entre el dólar oficial y el negro ha hecho que viajar sea un negocio», dice Humberto Figuera, presidente de la Asociación de Líneas Aéreas de Venezuela.

«Por eso es que hay tanta demanda y los que quedan están tan caros», le explica a BBC Mundo.

Constantemente se reportan casos de vuelos que aunque se venden en su totalidad, luego salen con muchos asientos vacíos, sea porque la gente cancela después de reclamar sus dólares o porque no le importa perder la plata.

«Se han visto vuelos con más de 30% de asientos vacíos», asegura Figuera.

Es el fenómeno conocido por los venezolanos como el no show.

El gobierno de Nicolás Maduro, que considera este fraude cambiario un ataque en la «guerra económica» contra Venezuela, dijo la semana pasada que va a instalar un sistema de «captahuellas» en las puerta de los vuelos para que solo se active el crédito de las tarjetas de la gente que de verdad viaja.

Boom de vuelos

Natalia (otro nombre cambiado) hace poco viajó a Perú con su familia y aprovecharon para «raspar» parte de sus cupos.

Primero estuvo en una tienda de electrodomésticos en un centro comercial donde «cambistas» vestidos con chalecos amarillos ofrecen el servicio (ver foto).

Después encontró por Facebook un lugar que opera como una agencia turística, pero en un edificio residencial.
«Nos atendió un venezolano», le dice a BBC Mundo. «Tuvimos que esperar dos horas pero finalmente nos rasparon la tarjeta de crédito con un 13% de comisión y nos dieron un recibo de un city tour».

Eso pagó por una Master Card. Por una Visa, afirma, la comisión es del 10%.
«Me dijeron que atienden alrededor de 60 personas al día», relata.

Natalia recuerda que en Lima, cuando la gente se enteraba de que era venezolana, inmediatamente la asociaban con el negocio del cambio.

Al momento de escribir estas líneas, el único pasaje directo disponible entre Caracas y la capital peruana para los próximos tres meses cuesta US$3.496, al cambio oficial.

Para Bogotá, por su parte, cuesta US$2.146. Aunque siempre queda la opción viajar a la frontera, cruzarla en bus y de ahí tomar otro avión a la capital colombiana.

Quizá sea la mejor manera de tramitar la visa.

 

Qué dicen las aerolíneas

Aunque algunos creen que esta situación beneficia a las aerolíneas, porque venden su oferta por altos precios, otros lo consideran un mal negocio para éstas, porque acumulan bolívares, que ha dejado de ser una divisa intercambiable en los mercados internacionales.

La estadounidense American Airlines le solicitó al gobierno permiso para establecer más vuelos pero no ha obtenido respuesta, según le dice a BBC Mundo su portavoz, Martha Panti.

“Pero el problema no es de cantidad de vuelos”, dice el presidente de la colombiana Avianca, Fabio Villegas.
“Sino que el pago de divisas es muy rezagado … Uno tiene que medir cuál es la cantidad de bolívares que tiene, porque no hay cómo convertir los bolívares en dólares”, explica a BBC Mundo.

 

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