A quienes dirigen la Zona Educativa del estado Yaracuy pareciera no importarles las condiciones en las cuales reciben sus primeras enseñanza los niños del sector Tierra Amarilla, al sureste de Yaritagua.
Eso se desprende del poco interés que han puesto en la construcción de la nueva sede del preescolar donde hasta el anterior año escolar cursaban unos 150 pequeños de la barriada y sus alrededores.
Pedro Fernández, luchador social del municipio Peña, informó que el inmueble donde funcionaba la escuelita para educación inicial María Luisa de Garrido se encontraba en muy malas condiciones por lo cual resolvieron construir una nueva, lo cual alegró mucho a los once docentes de las siete secciones.
“En julio tumbaron la escuelita y dijeron que estaría lista para el nuevo año escolar, pero pasaron dos meses y vamos por el tercero y no cumplieron, además los trabajos se encuentran paralizados desde el mes pasado, lo cual preocupa a las docentes, padres y representantes de esos niños”, agregó.
De acuerdo con las indagaciones realizadas por Fernández, la empresa contratista argumenta la carencia de cemento para poder terminar la nueva edificación, pretexto no aceptado pues se entiende que el Gobierno está garantizando el suministro de ese producto para obras nacionales como esa escuela que depende del Ministerio de Educación.
La obra comprende siete aulas y un salón maternal, pero hasta ahora solamente han levantado la estructura de metal que se observa solitaria en Tierra Amarilla.
Mientras tanto, las docentes, con el propósito de no hacerle perder tiempo a los pequeños, los han repartido en varios locales del sector, incluyendo una iglesia y casas de familias.
Una de las educadoras agradeció a la ingeniera Evelín, de FEDE, el interés que ha puesto en la construcción del centro educativo, pero el retardo depende de la contratista Concresa, que argumenta no conseguir cemento para term inarlo.
“Estamos atendiendo a esos niños lo mejor que podemos, pero no hay condiciones para que eso ocurra pues los ambientes que utilizamos no son los más adecuados, sobre todo si se toma en cuenta que se trata de pequeños que merecen comodidades.
Puso como ejemplo que, debido a esas incomodidades, no pueden cumplir normalmente con las jornadas regulares, e incluso confrontan muchas dificultades a la hora de darles los alimentos.
Algunas madres o representantes están celebrando reuniones para decidir las medidas de presión a tomar ante la contratista a fin de que acelere los trabajos y les entregue la escuelita lo más pronto posible.