El interregno

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Ciertos observadores internacionales sostienen que el régimen «está consolidado», pero la realidad venezolana más parece de verdadero interregno ó paréntesis en la sucesión administrada de una casta gobernante.
Un país con 70% de historia dominado por las botas lleva 14 años dirigido por una auténtica logia militar que se apoderó del gobierno en todas sus ramas é instituciones – con locuaz y ocurrente Teniente Coronel encargado de las relaciones públicas.
Los comunistas criollos y cubanos aportan «teque-teque» y  disfraces: son apenas escenógrafos de un vulgar «quítate tú para ponerme yo».
El control definitivo del libreto reside en las fuerzas portadoras de armas oficiales: Las mismas que por exceso de paciencia, complicidad o rapacidad han impuesto y sostenido cuanto abuso de poder y experimento económico se ha perpetrado durante tres lustros.
Son los de siempre, con mucho camuflaje rojo; y nada más fácil que cambiar una capa de pintura.
Sin genial maestro de ceremonias, aquello que mantiene apariencias de poder es un parapeto improvisado a última hora por falta de mejor opción – ó quizás la burla final del ocurrente presentador.
Un inepto sujeto de nacionalidad indeterminada se sienta en la manoseada silla y cada día más parece el viejo Imperio Otomano – suspendido en el vacío por falta de acuerdo sobre su reemplazo: Está tan «consolidado» como Juan Bautista Pérez ( ).
Del difunto van quedando vallas desteñidas y una rapaz familia que se ha robado hasta La Casona sin que nadie haya chistado: Una rueda de prensa de cualquier «princesa» pone a volar a medio régimen: Tal es la «consolidación» actual.
Lo que pomposamente llaman «gobierno» es un menjunje apuntalado en la complicidad descarada de un atajo de instituciones nacionales prostituidas y de una comunidad internacional a la que importa un comino lo que le pase a Venezuela, o que por ahora vive de sus dádivas.
La columna vertebral de todo es una piñata petrolera que hoy corre vertiginosamente hacia su definitiva depauperación: La implosión es inevitable, seguida de un impredecible desmadre.
Por todos los rincones se siente un dramático vacío de autoridad. Muchos ladran, pero  lo que es gobernar no lo asume nadie. Por ahora.
El día menos pensado eso que unos analistas dicen «consolidado» se vuelve simple interregno – o sea, un mero paréntesis entre una y otra charretera. No es deseo, sencillamente historia.