Como siempre a este Gobierno hay que leerlo al revés; cuando denuncia algo en su contra es porque está cometiendo a su favor tal fechoría. La guerra económica tan cacareada por Maduro sí existe pero no es de la empresa privada contra él, sino del Gobierno contra el comercio y la industria independiente que queda en el país. Prueba de esto es el caso del no otorgamiento de las divisas a los medios impresos para que puedan comprar el papel y otros insumos que necesitan para funcionar. Los dólares que según Mario Silva le dan a manos llenas a empresas de maletín asociadas a Diosdado Cabello, le son negados a un periódico de más de cien años de trayectoria. Esto con el fin de doblegar a un medio de comunicación bastión de la lucha democrática, tratando de generar una venta obligada, autocensura o hasta su quiebra definitiva.
No es casualidad que el líder opositor Henrique Capriles Radonski haya denunciado este fin de semana que la censura y autocensura de los medios en el país ha llegado a niveles masivos inauditos, incluyendo ya a los portales digitales. Prueba de ello fue que el acto de masas convocado por la MUD y encabezado por Capriles junto a todos los candidatos democráticos a alcaldes y concejales, no fue transmitido en vivo por ningún medio del espectro radioeléctrico del país y fue reseñado tímidamente por los impresos y portales digitales. Mientras Parque Miranda se caía de entusiasmo con el discurso de Capriles, en Globovisión pasaban refritos de declaraciones de al menos ocho ministros que disfrazaban su incompetencia con el ridículo discurso del sabotaje. La “invisibilización” de la que tanto hablaba Maduro finalmente se dio pero con Capriles y la MUD que representan al menos a la mitad del país. Ya un enchufado como Winston Vallenilla se da el lujo de chantajear públicamente a Venevisión y de amenazar con cerrar a los medios privados. “Dejemos que la gestión hable por sí sola” fue la nefasta frase escogida por el artista que le debe todo a los medios privados para justificar ahora la censura oficial y la dictadura comunicacional. Claro, pero él no quiere un programa en VTV ni en Teves, sino en Venevisión. El caso es que ya el chantaje, la extorsión y la amenaza oficial contra los poquísimos medios independientes que quedan es inaguantable y no tiene límites. Ahora le toca el turno a los periódicos, ahorcados ya por la nueva ley del trabajo y el veto oficial de la propaganda del sector público, y que ahora tienen que sortear la falta de divisas para comprar la materia prima, nada menos que el papel. Por supuesto no faltarán zamuros enchufados con acceso ilimitado a Cadivi dispuestos a comprar barato a quienes decida tirar la toalla como pasó ya con Globovisión.
Podrán quitarle el papel a EL IMPULSO, pero no podrán borrar el “papel” que ha jugado El Impulso en esta etapa neocomunista y procubana que tiene actualmente al país en quiebra y bajo el control de una mafia cívico-militar opresora. Son quince años de pie sacrificando intereses económicos personales por el interés colectivo que supone la defensa de la democracia. Son varias generaciones de honestos empresarios que han sabido heredar la dignidad implícita en esas nueve letras centenarias. El Impulso reduce sus cuerpos pero agranda su legado, ganándose el aplauso de la sociedad democrática y de todos quienes saben que la hegemonía comunicacional es dictadura y nada más. ¿Y todavía no sabe usted si votar el 8 de diciembre? Ese es el momento de rechazar este abuso y deslegitimar aún más al enchufado mayor para abrir finalmente la compuerta del cambio definitivo que logre sacar adelante al país con el concurso de todos y bajo una democracia verdadera.
Espero poder seguir expresándose en esta legendaria tribuna orgullo de la región y el país. Mi solidaridad con la familia Carmona y mi repudio con los enchufados ladrones de los dólares del pueblo. Mientras haya papel que aguante esta tinta, seguiremos escribiendo.
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.
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