El swing impecable sigue intacto. No importa lo machucado que esté Miguel Cabrera, siempre es una amenaza para romperle la costura a la pelota.
Son las otras tareas las que cada vez lucen más difíciles para el toletero venezolano. El trote al salir del plato es más lento, y aunque Cabrera ayudó a Detroit a conquistar su división por tercer año consecutivo, los Tigres en realidad no saben qué esperar de su estrella en la postemporada.
«No está al 100 por ciento», concedió el manager Jim Leyland. «Ha estado jugando con mucho dolor. Es un tipo realmente duro. Nadie creería el dolor con el que está jugando».
Tras lograr la Triple Corona en 2012, Cabrera fue incluso mejor durante gran tramo de esta campaña. A fines de agosto, parecía encaminado a tener una de las mejores temporadas al bate en la Liga Americana en los 50 últimos años.
Sus cifras al cierre de todas maneras fueron magníficas _promedio de .348, con 44 jonrones y 137 remolcadas_ pero las molestias físicas empezaron a pasar factura.
«No importa ahora mismo», señaló Cabrera. «Tienes que estar listo para jugar. Salir a jugar duro».
Cabrera se perdió un partido a principios de julio por dolor de espalda, y el 22 de julio abandonó el encuentro ante los Medias Blancas por lo que el equipo calificó como un problema en la cadera izquierda. Tras ausentarse de cuatro partidos, el antesalista conectó un cuadrangular en su primer turno el 27 de julio contra Filadelfia.
Entonces comenzó un patrón en el que Cabrera se perdería tiempo de juego por una u otra lesión, pero aun así producía al bate cuando jugaba. El venezolano padeció una distensión abdominal, pero tras ausentarse unos cuantos días a comienzos de agosto, volvió para ayudar a Detroit a barrera una serie de cuatro encuentros en Cleveland.
Después sacudió bambinazos en los tres partidos de una serie en Nueva York contra los Yanquis, incluyendo dos veces ante Mariano Rivera. El primero ante el panameño fue el más memorable, un cañonazo de dos carreras en la novena entrada que se produjo cuando Cabrera estaba cojeando tras pegarse en la pierna con dos fouls en el mismo turno.
Los Tigres finalmente perdieron, aunque ese fue uno de los puntos más notables de la temporada.
El 20 de agosto, Cabrera empeoró de una distensión en la zona de la ingle, el abdomen y la cadera. Siguió jugando, sin ingresar a la lista de incapacitados, pero sus números finalmente decayeron un poco. Al cierre de un partido contra Oakland el 26 de agosto, Cabrera bateaba .359, con 43 cuadrangulares y 130 impulsadas. Desde entonces, conectó .284, con sólo dos hits de extra base en 25 desafíos.
Ahora, los Tigres llegan a su serie divisional de la Liga Americana contra los Atléticos con la esperanza de que su toletero tuvo suficiente tiempo para sanar de sus dolencias.
«Cada día libre que le podamos dar a Miggy para que descanse su ingle es bueno», señaló el pitcher Max Scherzer, quien abrirá el primer encuentro el viernes.
Los problemas en el abdomen y la ingle han sido evidentes cuando Cabrera recorre las bases. Llegar del plato a segunda, incluso en un batazo fuerte, es toda una odisea últimamente.
«La lesión sigue ahí», indicó Leyland. «Creo que algunos días es peor que otros».
«En esta época del año, las cosas pueden empeorar muy rápido, pero me gusta cómo está bateando ahora mismo», agregó el dirigente. «Creo que recuperó su ritmo bastante bien».
Eso es lo que espera Cabrera. El oriundo de Maracay podría ganar su segundo premio consecutivo al Jugador Más Valioso, a pesar de sus problemas en septiembre, aunque lo más importante es que ayude a Detroit a volver a la Serie Mundial, donde perdieron en 2012.
«Me siento bien, siento que estoy listo», afirmó. «No hay tiempo para pensar en lo que pasó en el pasado. Tenemos que mantenernos positivos y tratar de estar listos para jugar».