ENTUSIASMAR A NUESTROS JÓVENES

Mi solidaridad con este querido diario EL IMPULSO. Sé que nada ni nadie podrá contra la dignidad, más que centenaria y a toda prueba,  de esta valiente familia periodística.
Estuve conversando un buen rato la semana pasada, con el distinguido médico cardiólogo y excelente amigo Dr. Bartolomé Finizola. Mi visita al consultorio fue como su paciente de varios años. La consulta comenzó con una ilustrativa conversación que me levantó el ánimo. Antes del examen de rigor hablamos del país, de la situación socio-política y económica, la crisis moral, universitaria y de valores que sufrimos. Quizás Bartolomé me percibió  preocupado porque entre las prescripciones médicas me recomendó leer un libro titulado “No desistas” de Rudyard Kipling, que ando buscando para comenzar a leer.
Como hasta este momento no he encontrado el libro, releí aquel viejo y muy optimista libro de don Augusto Mijares, “Lo afirmativo venezolano”. La visita al Dr. Finizola, la lectura de Mijares y con toda seguridad la lectura de Kipling, me van a ayudar a trabajar muy bien esta especie de pesimismo que nos ha invadido a muchos venezolanos por la situación tan penosa y vergonzante que  vive Venezuela y que a ratos se siente que se agrava. La semana pasada fue de noticias negativas. Esas noticias, además, van acompañadas con la actitud de un  gobierno que a quien le  sugiera una solución o decisión que adoptar, le responde con insultos  injustificados. Insólito, penoso, lamentable,lo del avión de Air France cargado de estupefacientes que sale de Maiquetía a París. La Guardia Nacional, en una época ejemplar institución, aparentemente muy comprometida en este hecho, pero no parece que terminen allí los culpables, se sospecha, según parece, de altos funcionarios gubernamentales.El discurso, si puede llamarse así, de Jaua en la ONU no podía ser más infame, triste y deprimente. La inflación continúa subiendo al igual que la  devaluación. La inseguridad  ha  subido en un ocho por ciento en los últimos meses, las compras de productos al exterior para paliar la escasez continúan poniendo en peligro nuestras reservas internacionales, un endeudamiento con el otro imperio, más lejano y más extraño, el chino, hace crecer la deuda externa, aunque tampoco se sabe si se concedió ese crédito, bajo qué condiciones y la Asamblea Nacional nada dice, siendo su obligación constitucional controlar, autorizar  y vigilar todo endeudamiento público.
Mientras tanto las protestas continúan, empleados de Corpoelec, Cantv, maestros, médicos, siguen sin recibir salarios justos y sin que se les respete su contratación colectiva. El país se encamina a un verdadero caos y el gobierno como que si no fuera con él, culpando a la prensa y ordenando investigarla y pensando que todo lo controlará autoritariamente. A todo lo descrito se une el cerco al diario El Impulso y a buena parte de  la prensa libre.Un paro de 10 días en Sidor que culmina con  294 millones de dólares en pérdidas, al final el gobierno acepta los reclamos de los trabajadores. Los supermercados tomados por las milicias y los dueños obligados a salir con boinas rojas, sin percatarse el régimen que eso es violación de los derechos humanos. Continúan apareciendo  armas  en las cárceles y la ministro ya no encuentra qué decir. Este panorama desalienta, el país pareciera que no tiene salida.Sin embargo, he dicho a jóvenes y a no tan jóvenes, esta no es la hora de huir, mientras todo esto ocurre hay mucha gente, muchísima, trabajando por la grandeza de Venezuela. No desistamos, como me decía Bartolomé Finizola, de cumplir con nuestro deber en donde nos corresponda. Finizola continúa trabajando en su clínica y en esa maravilla de servicio asistencial que es Ascardio por él fundada, como si afuera no ocurriera nada. A cada uno nos corresponde el esfuerzo de perseverar en la dedicación al trabajo, a los hermosos ideales y a la familia como lo viene haciendo mucha gente y eso es una esperanza. Me conmovió leer de don Augusto Mijares en su obra citada arriba, este párrafo: “La verdad es que aun en los peores momentos de nuestra crisis políticas, no se perdieron totalmente aquellos propósitos de honradez, abnegación, decoro ciudadano y sincero anhelo de trabajar para la patria. Aun en las épocas más funestas puede observarse cómo en el fondo del negro cuadroaparecen, bien en forma de rebeldía, bien convertidas en silencioso y empecinado trabajo, aquellas virtudes. Figuras siniestras y grotescas se agitan ante las candilejas y acaparan la atención pública, pero siempre un mártir, un héroe o un pensador iluminan el fondo y dejan para la posteridad su testimonio de bondad, de desinterés y de justicia”.