El destino de unos 860 millones de dólares que el Gobierno de Venezuela subastó en los últimos seis meses en un intento por aliviar la sed de divisas del sector privado es una incógnita para muchos industriales.
«La subasta fue un desastre para nosotros», dijo Frisned Piñate, presidenta de la principal cámara de importadores de autopartes Canidra. Apenas nueve de sus 250 afiliados reportaron haber recibido dólares en la puja.
«Esto no es una subasta, es una rifa», se quejó. «Ni siquiera se adjudica al mejor postor».
¿Quién? ¿A cuánto?
El Banco Central no divulga los nombres de las empresas que recibieron divisas a través de este sistema y tampoco reveló nunca el precio al que vende los billetes verdes.
El ministro de Finanzas, Nelson Merentes, ha dicho que el sigilo busca proteger la confidencialidad de las empresas.
«Empezamos muy mal, con muchos reclamos, mucha incertidumbre sobre la tasa de cambio, sobre los sectores que se iban beneficiando», dijo Miguel Pérez Abad, presidente de Empreven.
Datos oficiales muestran que 3.636 empresas de 11 sectores, desde juguetes hasta textiles, útiles escolares, comidas navideñas y firmas comerciales que operan en zonas francas recibieron divisas en las cuatro subastas hechas hasta ahora.
Pero representantes de nueve de esos sectores entrevistados por Reuters dijeron que pocos de sus miembros habían entrado al sistema.
El Banco Central no respondió a las preguntas de Reuters sobre el destino de los recursos y la naturaleza de las firmas beneficiadas.