El destino de unos 860 millones de dólares que el Gobierno de Venezuela subastó en los últimos seis meses en un intento por aliviar la sed de divisas del sector privado es una incógnita para muchos industriales, que aseguran estar con la soga al cuello porque no pueden importar materias primas.
Representantes de nueve grupos y asociaciones empresariales consultados por Reuters dijeron que apenas un puñado de sus afiliados accedió a esos dólares vendidos por el Banco Central a precios preferenciales a través de un nuevo mecanismo de subastas, el Sicad. Y quienes lo hicieron, no siempre obtuvieron la cantidad solicitada.
«La subasta fue un desastre para nosotros», dijo Frisned Piñate, presidenta de la principal cámara de importadores de autopartes Canidra. Apenas nueve de sus 250 afiliados reportaron haber recibido dólares en la puja.
«Esto no es una subasta, es una rifa», se quejó. «Ni siquiera se adjudica al mejor postor».
El misterio sobre los 860 millones de dólares avivó la desconfianza entre el gobierno socialista del presidente Nicolás Maduro y el sector privado. Además, ilustra los desafíos que enfrenta el control de cambios impuesto hace una década por el fallecido Hugo Chávez para prevenir la fuga de capitales y apaciguar la inflación.
Como la industria depende de los dólares para adquirir materias primas, los controles de divisas acentuaron el desabastecimiento en un país que importa hasta el papel higiénico. También hicieron surgir negocios turbios: los dólares baratos asignados por el Gobierno son a menudo revendidos en el mercado paralelo con ganancias de más de un 500 por ciento.
Desde su creación en marzo para financiar al menos un 10 por ciento de las importaciones del país y garantizar el suministro de alimentos y otros productos básicos, el Sicad fue visto con escepticismo por los empresarios, que lo califican de poco transparente.
¿Quién? ¿a cuánto?
El Banco Central no divulga los nombres de las empresas que recibieron divisas a través de este sistema y tampoco reveló nunca el precio al que vende los billetes verdes.
Según empresas que han participado en las subastas, la autoridad monetaria suele descartar las ofertas de mayor valor para mantener la cotización en torno a 11 bolívares y contener el tipo de cambio en el mercado paralelo, siete veces más alto que la tasa oficial de 6,3 bolívares.
El ministro de Finanzas, Nelson Merentes, ha dicho que el sigilo busca proteger la confidencialidad de las empresas. Pero el argumento no convence, especialmente en un país donde las empresas son obligadas a exhibir un cartel con el tipo de cambio usado para importar lo que venden.
«Empezamos muy mal, con muchos reclamos, mucha incertidumbre sobre la tasa de cambio, sobre los sectores que se iban beneficiando», dijo Miguel Pérez Abad, presidente de Empreven, una asociación de industriales cercana al gobierno socialista.
Igual que otros empresarios consultados, Pérez Abad dijo que la comunicación con el Gobierno de Maduro ha ido mejorando. Pero añadió: «Los listados de las empresas beneficiadas deben ser publicados. Conviene que sea abierto y transparente».
Datos oficiales muestran que 3.636 empresas de 11 sectores, desde juguetes hasta textiles, útiles escolares, comidas navideñas y firmas comerciales que operan en zonas francas recibieron divisas en las cuatro subastas hechas hasta ahora.
Pero representantes de nueve de esos sectores entrevistados por Reuters dijeron que pocos de sus miembros habían entrado al sistema.
El Banco Central no respondió a las preguntas de Reuters sobre el destino de los recursos y la naturaleza de las firmas beneficiadas.
Corrupción endémica
El descontrol no es nuevo. El Banco Central calcula que el año pasado al menos 15.000 millones de dólares -o un tercio de las importaciones totales de la nación petrolera- fueron destinadas a empresas fantasma que nunca hicieron compras o que las hicieron con abultados sobreprecios.
La corrupción, sumada a una menor asignación de divisas después de la fiesta de gasto público que pavimentó en 2012 el camino a la reelección de Chávez, empeoraron el panorama para la industria venezolana, muy dependiente de las importaciones.
«Hay compañías cerrando líneas de producción o ralentizando sus operaciones para rendir su materia prima», dijo Mariela Osorio, de la cámara de empresas de confección Cavediv.
«Algunas empresas pequeñas ya perdieron la oportunidad de participar en la temporada navideña porque no encuentran una solución rápida al problema de las divisas», agregó.
Ninguno de los afiliados a Cavediv estuvo entre las 399 empresas textiles a las que el Banco Central adjudicó dinero en su más reciente subasta de mediados de agosto.
Varios empresarios dijeron que parte de los dólares subastados fueron a parar a manos de comerciantes minoristas en vez de a productores o importadores de gran escala, lo que no soluciona el problema del desabastecimiento.
«Guerra económica»
En un nuevo intento por paliar la escasez de bienes básicos y suavizar la inflación, el Gobierno de Maduro trabaja en una tercera vía para inyectar divisas a la economía.
Es poco lo que se sabe del nuevo mecanismo, pero las autoridades han dicho que se rescatará parcialmente un mercado de permuta de deuda denominada en dólares que funcionó hasta el 2010 y que los privados tendrán más participación en él.
Maduro camina por una delgada línea. Flexibilizar la venta de dólares y eliminar los controles impuestos por Chávez, su mentor, podría interpretarse como una traición «al legado del Comandante».
Por ahora el corpulento mandatario replica la retórica de Chávez, acusando a la oposición y los empresarios de acaparar bienes e inflar los precios para crear descontento social.
«Esta derecha cree que todos los días puede dar un golpe», dijo Maduro este fin de semana. «Han iniciado una guerra de guerrillas, de pequeñas fallas, molestando al pueblo».
Algunos empresarios dicen que todavía no recibieron dólares asignados en el 2012 mediante un mecanismo anterior y sospechan que el Sicad podría estarse secando. El Banco Central preveía inyectar dólares al sistema dos veces al mes, pero desde mediados de agosto no hubo más convocatorias.
Y la temporada de ventas de Navidad está a la vuelta de la esquina.
«Si en los próximos 10 días no se da una subasta, no podremos cumplir con el abastecimiento», dijo Julio Peña, de la cámara de productores de bicicletas Cavebici. «No porque no queramos, sino porque no nos han dado las herramientas».