No es fácil eliminar las dos divisas en Cuba

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Cuba es el único país del mundo que imprime dos divisas, en un sistema anticuado que hasta el presidente Raúl Castro admite está paralizando la economía socialista de la isla y debe ser eliminado.

El asunto es cómo hacerlo.

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Meses después de que Castro declaró la unificación de la divisa una prioridad en un enérgico discurso ante el parlamento, no han trascendido detalles del proyecto. Un programa piloto que opera sin mucha alharaca, sin embargo, podría dar algunas pistas de cómo afrontar el tema.

Desde que se impuso este sistema en 1994, la mayoría de los cubanos cobran en pesos nacionales, que se cotizan a 24 el dólar en las casas de cambio, mientras que los turistas y los cubanos que los atienden reciben un peso mucho más valioso, equivalente a un dólar.

Esto quiere decir que médicos y científicos pueden ganar más dinero manejando taxis o alquilando habitaciones que trabajando en sus profesiones. En su discurso de julio, Castro dijo que el actual estado de cosas atenaza la economía y la sociedad en general.

La eliminación de la doble divisa conlleva el riesgo de generar inflación y beneficiar a unos, perjudicando a otros, una propuesta peligrosa en un país que postula la igualdad. También obligaría a cambiar las reglas que rigen la contabilidad y a eliminar enormes subsidios a empresas estatales en momentos en que hay muy poco efectivo.

De todos modos, hay indicios de que se vienen cambios.

Pavel Vidal, ex economista del Banco Central de Cuba que ahora enseña en la Universidad Javeriana de Colombia, declaró a la Associated Press que se está lanzando un programa piloto con un grupo selecto de empresas estatales que operan con una tasa de cambio intermedia de 10 por 1.

Son empresas de sectores clave como el azúcar, la hotelería y cooperativas no agrícolas. No se ha tocado el tema en la prensa oficial, pero Vidal dijo que es algo en marcha y que es una buena iniciativa.

«Me parece muy bien porque la eliminación de la doble moneda necesita una gradualidad», manifestó.

Incluso los cambios incrementales pueden ser difíciles de sacar adelante pues requieren la desarticulación de antiguas prácticas de contabilidad que, de hecho, le permiten a las empresas estatales comprar dólares por mucho menos dinero que el que paga el cubano común.

Si bien la tasa oficial del peso convertible, o CUC, en las casas de cambio es 21-1, las empresas pagan una tasa subsidiada de 1-1.

«A quienes consiguen esa tasa de 1-1 les va bien, y ese es el sector oficial», dijo Rafael Romeu, ex presidente de la Asociación para el Estudio de la Economía Cubana, de Estados Unidos.

A pesar de las reformas adoptadas por Raúl Castro, el estado tal vez siga siendo demasiado ineficiente como para hacer a un lado de una vez los subsidios.

«Enfrentarían sus problemas de presupuesto de una forma seria, pero no creo que estén listos para eso», opinó Romeu. «Tendrían que eliminar muchos servicios sociales».

Las dos divisas cubanas circulan desde 1994, en que la isla perdió miles de millones de dólares en comercio y subsidios con la Unión Soviética y se vio obligada a abrir reticentemente la economía al turismo, al tiempo que trataba de impedir que el efecto capitalista de esta iniciativa alcanzase a la mayoría de los isleños.

El opaco billete de un peso tiene el rostro del héroe de la independencia José Martí, mientras que el billete CUC es mucho más colorido y tiene una imagen del monumento que lo honra. Si se lo sostiene junto a una luz se observa una faja magnética con la inscripción «Patria o Muerte, Venceremos».

La idea de las dos divisas parecía sencilla: Los viajeros canadienses y europeos podían gastar divisas fuertes en negocios del gobierno montados casi exclusivamente para los extranjeros, mientras que los cubanos seguían viviendo el ideal socialista, usando otra divisa.

El sistema no funcionó. A medida que las autoridades empezaron a eliminar o reducir muchos subsidios que alguna vez abarcaron la mayor parte de las necesidades alimenticias y de vivienda de los isleños, la gente se hizo más dependiente de ingresos adicionales en CUC, trabajando en la industria turística o recibiendo remesas de parientes que viven en el exterior.

El resultado de esta estructura de salarios fue que trabajadores poco preparados, como las mucamas de los hoteles, ganan más que los profesionales gracias a las propinas. Un médico de 53 años abandonó hace poco la práctica de la medicina luego de 25 años porque su sueldo de 25 dólares mensuales le alcanzaba para comprar comida solo para dos días al mes. Ahora ayuda a su madre a alquilar habitaciones a turistas que pagan en pesos convertibles.

«El sueldo de un profesional se encuentra en una situación desesperante», expresó, hablando a condición de no ser identificado porque los médicos generalmente no están autorizados a hablar con la prensa extranjera. «No hay estímulos y cada día te exigen más».

Rigoberto Sánchez Beltrán, por su parte, cobra entre 70 y 100 dólares mensuales en propinas por vigilar automóviles estacionados en un complejo turístico de La Habana. También le cuesta llegar a fin de mes, pero sabe que le lleva ventaja a muchos de sus vecinos más preparados.

«Te haces amigo de la gente y te dan un poco más», señaló.

Desde el 2010, se han aprobado una serie de reformas en Cuba, incluida la legalización del mercado inmobiliario, se autorizó el funcionamiento de más comercios privados y se comenzó a descentralizar la economía estatal.

En julio de este año Castro dijo que las dos divisas eran «uno de los obstáculos más importantes al progreso de la nación».

No dijo, no obstante, cómo hará el estado, que no dispone de mucho efectivo, para pagarle más a los trabajadores especializados.

Las autoridades cubanas dicen que los salarios estatales son mucho más altos que los 20 dólares mensuales que se mencionan siempre si se toma en cuenta que los isleños tienen atención médica y educación gratis, así como cupones alimenticios.

De todos modos, todo el mundo admite hoy que los bajos salarios conspiran contra la eficiencia y no estimulan el trabajo duro. Los empleados a menudo se roban mercancías del estado para revenderlas o cambiarlas por otros artículos, o se pasan horas haciendo trabajos que les pueden generar CUCs.

En los negocios que todavía ofrecen artículos a precios baratos en pesos nacionales, desde jabón hasta trapeadores, la mercadería a veces se agota en poco tiempo, adquirida por acaparadores o gente que se dedica al mercado negro. Es así que a veces, para encontrar productos básicos como aceite para cocinar o huevos hay que ir a un negocio que acepta CUCs.

«Es absurdo que una persona cobre en una moneda y que para vivir necesite pagar con otra moneda», se quejó Margarita Nieves, de 69 años. «Mientras no se resuelva eso no le pueden seguir diciendo al pueblo que no hay productividad».

 

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