Enlace al estilo del Medio Oriente
La emblemática iglesia Santa Rosa de Lima fue el templo escogido por Abelardo Sayegh y Mónica Torres, para recibir la bendición de Dios, uniendo sus vidas en matrimonio, en una misa en compañía de sus padres y amigos.
Casi 600 invitados asistieron a la celebración que se realizó, tras la ceremonia nupcial de este par de románticos novios, que decidieron fusionar sus marcadas culturas, llevando a cabo un enlace por la religión católica, y un gran festejo con tintes árabes, luego de siete años y nueve meses de relación.
Los ahora esposos, se conocieron cuando cursaban su carrera universitaria en Contaduría Pública. La hermosa barquisimeta se esforzó por alcanzarlo en el curso y ver las mismas materias que él.
La velada en honor a este par de enamorados, comenzó con una impresionante entrada del novio, escoltado por un cuerpo de bailarinas de danza árabe, que se movían al ritmo de una simbólica canción, interpretada en vivo por Tony Aslan.
En esta tradición, se rinde tributo a la novia, y el tema habla de su hermosura y del valor de sus padres, por haber traído al mundo, cuidado y educado a tan preciada dama.
El baile continuó con la aparición de Mónica en medio del salón, cargada por seis caballeros armados con espadas, que bailaban al compás de la música, uniéndose al grupo de Abelardo que la esperaba en el centro de la pista.
El ceremonial culminó luego de la tercera presentación que hicieran los novios, y como es costumbre se procedió con el festejo durante toda la noche.
Ocho pisos de altura y más de noventa centímetros de ancho de base, tuvo la torta de matrimonio ubicada en una de las mesas centrales del salón.
Mantelería en fina organza con detalles en seda dorada, vestían las casi sesenta mesas redondas, dispuestas para los asistentes a la gala.
Grandes candelabros de plata de estilo victoriano, velas blancas y monumentales arreglos de rosas, de distintos tamaños, en degradé de colores rosa, blanco y naranja, junto a inmensas lámparas de cristales que colgaban del techo del lugar, impregnaban de clase el espacio, que se encontraba colmado de sutiles y elegantes detalles, todo para hacerle honor a un hermoso enlace, que dio ejemplo de que el amor, no distingue raza, ni credo.
Aura Marina Rodríguez
Fotos: Antonio Barbiero