Populismo en Venezuela, aberración Democrática

Se viven momentos de confusión y sobretodo desconcierto político. La perversión del orden constitucional a la que se está asistiendo aspira a coronarse con la desarticulación del papel actual de todos los poderes del Estado venezolano. La inoperancia de las diferentes instituciones se justifica con historietas (NO HISTORIAS) sobre el saboteo de un fulano imperio y un sector derechista que inocula todos los males sociales, olvidando que desde hace 14 años el mal llamado gobierno bolivariano tiene la responsabilidad de la cosa pública. Entre un medido juego de palabras para la confusión de lo importante y lo urgente, el populismo en Venezuela es exacerbado, convirtiéndose en una especie de aberración democrática, partidista.
En un estudio sobre el populismo en los estado Unidos, Kazin habla de una retórica o modelo de persuasión política en el que se usa un lenguaje cotidiano y expresiones, tropos, temas e imágenes para convencer a una población determinada. La democracia en Venezuela enfrenta una crisis de representación. Los ciudadanos se distancian cada vez más de sus dirigentes, el abstencionismo en los procesos electorales se incrementa de forma sostenida, los jóvenes muestran poco o ningún interés en la política, los planteamientos programáticos de los partidos políticos pierden interés ante los electores, se vota cada vez más por los líderes y menos por los programas partidarios, y los partidos se reducen a máquinas electorales. En resumen, los representantes tradicionales hoy en día no se corresponden a las expectativas ciudadanas. Esta crisis de representación ha sido el principal caldo de cultivo para el resurgimiento de los populismos.
El único modo alternativo pareciera ser el de la modernización por la práctica del Progresismo como forma de gestión pública, entendiendo esto como el desplazamiento de los clubes electorales por organizaciones funcionales y estructurales de la sociedad civil con visión más proyectada de la nación. Alejando las luchas estériles sobre corrientes ideológicas y abriendo espacios para el pragmatismo; de las utopías por el pensamiento tecnocrático y del fulano Estado todopoderoso por una economía mixta como dirían Nelly Arenas y Luis Gómez Calcaño.
Así que esas cosas que buscan la victimización del pueblo y el mito de la conspiración forman parte de la retórica-discursiva tradicional como propaganda política del “líder” “único” e “insustituible” en contra de un imperialismo inexistente ante una dominación extranjera. El miso sistema está acabando con las oportunidades de crecimiento: Más acción planificada y menos discursos viscerales.