Para recordar: “De todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin levantar cuestión de conciencia.” 1ª Corintios 10:26
En la semana de la Seguridad llevada a cabo en la Sala Alternativa del Diario EL IMPULSO, específicamente el día 18 de septiembre de 2013, fueron publicadas varias ponencias; entre otras, la del médico cardiólogo Ramón Aguilar, quien “dio todas las orientaciones para conservarse joven” (EL IMPULSO, p.B2).
De tal documento, recopilamos algunos puntos, porque no pudimos estar presentes y varios aspectos mencionados por el galeno, se acercan a lo que recientemente señalamos en los dos últimos artículos difundidos en este prestigioso Diario.
Esta ponencia fue recogidas por el periodista Richard Alexander Lameda, quien cubrió el evento, y señaló, según el médico aludido: “Las personas no mueren de viejas, sino de enfermedades adquiridas por alimentarse mal y no hacer ejercicios” (Ídem).
Las orientaciones médicas sugieren que el ser humano puede alcanzar los 130 a 140 años de vida, tomando en cuenta los siguientes aspectos: 1) Realizando “actividades físicas como caminar durante 45 minutos, ‘dando’ unos cinco mil pasos…(diariamente)”. 2) “Consumir una dieta rica en fibra, cereales, frutas y vegetales…aceite de oliva y chocolate oscuro. 3) Para evitar el envejecimiento prematuro no deberíamos consumir “alimentos dañinos (chatarra)”. 4) Señaló que las personas deben “asumir aptitudes positivas de buen humor…, disfrutar las cosas de la vida como trabajo, las relaciones interpersonales y el medio ambiente”.
En sentido paralelo, cuando el apóstol Pablo dijo: “De todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin levantar cuestión de conciencia.” (1ª Corintios 10:26). No estaba fomentando cambiar el consejo de Dios, en cuanto a la alimentación inicial (en la creación) de comer frutas, verduras, semillas, antes que carne.
Pablo hizo referencia de las carnicerías de Corinto, porque allí se vendía carne, e inclusive les recordó, más adelante, que se abstuvieran de comer carnes ofrecidas a los ídolos (otro tema).
El Apóstol, dejó claro que tenía dos nacionalidades y mencionó: «Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero educado en esta misma ciudad, a los pies de Gamaliel, instruido cuidadosamente en la Ley de la patria…” (Hechos 22:3). En esa ocasión habló perfectamente en hebreo.
También Saulo confirmó su ascendencia judía cuando dijo que era “del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín…”(ver Filipenses 3:5 y 6); así mismo resaltó que era ciudadano romano (ver Hechos 22:25), y luego, tras el encuentro con Jesús, Saulo de Tarso pasó a ser el Apóstol Pablo.
Por eso estamos seguros, que el escritor de 14 epístolas, al referirse a la carnicería de Corinto, hablaba del ovejo o el cordero, el chivo, el ganado vacuno y en ningún momento se refirió a los animales inmundos como el cochino, conejo, gato, perro, ratón, culebra, entre otros, porque él era judío.
Es nuestro deber aclarar que la Biblia, en líneas generales, nos “permite” comer carnes limpias. Pero, en realidad para esta época Pablo hubiese dicho: Ni si quiera las limpias están aptas para comer. Todo queda a nuestro libre albedrío.
Las palabras de Pablo, quien llamara a nuestro cuerpo “templo del Espíritu Santo”, mencionado la carnicería, apuntó a no alimentarnos con carnes inmundas, y menos hacer o ingerir cosas que dañe nuestro cuerpo como: el cigarrillo y alcohol.
Finalmente el médico Aguilar, dijo: “Lamento que los padres estén enterrando a sus hijos antes de tiempo, ya que no les inculcan la cultura del ejercicio al aire libre y alimentarse bien, alejados de la grasa y azúcar…”. Alimentarse bien, no alude a dietas ricas en carnes.
Las palabras de Pablo y el médico Aguilar son relevantes, a la luz del sabio Salomón, quien escribió: “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años, de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento” (Eclesiastés 12:1).
Ajustando la lección que podemos sacar de este texto: Que si por nuestro descuido, cuando jóvenes olvidamos a Dios y no preservamos nuestra salud (vida en general), nos enfermamos o deterioramos y sería muy difícil alabar a Dios, y acordarnos de Él, cuando estemos más adultos y por supuesto, tendemos a alejarnos de la promesa de la vida eterna.
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