Mónica, Melissa y Martha son los nombres de las tres damas con las cuales Mariano mantuvo intentos de encuentros amorosos durante un año. Dueño de una marisquería, con 20 años de matrimonio (casado con su primera y única novia) y tres hijos, este hombre siente que la vida puede acabar en un instante y que tanta perfección y rectitud le han impedido disfrutarla a plenitud, por lo que busca mantener una relación extramarital, que por razones fortuitas nunca llega al acto sexual.
El último amante, una comedia de Neil Simon protagonizada por Luis Fernández quien hace el papel de Mariano y Mimí Lazo, actriz que personifica a las tres fallidas amantes y a la esposa.
Mariano intentará ser infiel por lo menos una vez en su vida, por encima de cualquier precio, incluso sin importar si se trata de una buena o mala elección.
La primera es una italiana ansiosa de sexo que se marcha frustrada por la timidez del “hombre recto”, la segunda una artista frustrada aparentemente abusada sexualmente quien lo obliga a fumar yerba y la tercera una conocida de su esposa deprimida por las infidelidades de su marido, quien justifica sus “canitas al aire”, como algo usual en los actuales tiempos.
Todas conocidas en su marisquería, lugar de trabajo que comparte con su esposa, tema de conversación de su encuentro con la tercera amante, con quien cuestiona el valor de la palabra decencia y concluye que la misma es relativa.
Miedos de la vieja edad, apariencias de una vida perfecta y las ganas de dejarse tentar por el pecado, sea a través de los medios que sea, son parte de esta puesta en escena en la cual se confrontan realidades maritales de ahora y siempre.
Infidelidad motivada por los temores de la edad madura. Así pareciera resumirse esta obra en la que el aparente esposo arrepentido decide al final mantener ese anhelado encuentro amoroso, con champaña y en casa de su madre, junto a la mujer de su vida, su esposa María.