Nino Bassi: Barquisimeto requiere de más plazas

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El día que el pueblo italiano colgó en plena calle a Benito Mussolini y a su amante Clara Petacci, en Roma; cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, el arquitecto Nino Bassi consideró que se había producido un punto de quiebra en la confianza hacia su país, y decidió poner distancia. En esa época había muchas oportunidades de trabajo en Venezuela, por lo cual emprendió rumbo hacia América Latina.

En su Boloña natal, había una empresa que importaba café desde Venezuela, y en su casa, su mamá servía café venezolano en el desayuno. Así se produjo el contacto con el continente americano, a través del aroma del grano codiciado.

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En 1947 desembarca en Puerto Cabello, y su primer punto de residencia fue Sarría en Caracas. Con su título de arquitecto que obtuvo en Milán en 1946,  encontró su primer trabajo en la empresa Velutini-Bergamini, la cual no le exigió reválida alguna, confiaron en el contenido del documento que lo acreditaba como profesional del área.

Conoció Barquisimeto a través de una oferta laboral que le hizo la misma Velutini-Bergamini para que  supervisara la construcción de la Urbanización del Este, en 1948.

Su primera residencia en Barquisimeto fue en el Hotel Washington, en el centro; luego en el Hotel Roma, frente al Teatro Juares. En la penumbra de la noche caminaba por la calle Comercio, era la diversión de la época. En una oportunidad se encontró con un letrero que lo impresionó y que aún lo recuerda: “Nuestra patria sí progresa”.

A diferencia de Caracas, recuerda Bassi, la gente de Barquisimeto era tímida, recelosa,  cerrada,  difícil de hacer amistad.

Decidió adoptar Barquisimeto como  su ciudad  de residencia. Su primer trabajo para la ciudad fue la primera remodelación de  la plaza  Macario Yépez donde sólo había una cruz. Luego siguió una escuela pública en Duaca, apartamentos de interés social del Banco Obrero en Caracas, la urbanización El Obelisco,  Fundalara, el Cine Florida, edificio Negra Susana,  Hotel Yacambú, Hotel Príncipe, edificio de Enelbar, en la avenida Vargas con 24, entre otros proyectos.

Como es obvio, desde el 1946 la ciudad ha crecido mucho, describe Bassi, pero dentro de una organización desigual. Hay sectores a los cuales se le ha dotado de todo o casi de todo,  y otros fueron abandonados.  El desarrollo arquitectónico es desordenado, hay más carros que gente, más carros que avenidas, carecemos de espacios públicos y los pocos que hay la gente no los disfruta por la inseguridad, se encierran en los centros comerciales.

Para mí las plazas son muy importantes, es un punto de encuentro en pequeña y gran medida, explica Bassi. Incluso cuando hacía proyectos de casas individuales, le colocaba una plaza en el patio o jardín.

-En Barquisimeto hacen falta espacios públicos para pasear, caminar, compartir, socializar, conversar, pero si no se solventa primero el problema de la inseguridad,  estos se quedarán desiertos y no cumplirán la función que tienen.

Ahora el barquisimetano es más abierto, amable, educado, indica Bassi a diferencia del 1947. A pesar de todos los problemas que tenemos es muy paciente, tolerante, solidario.

 

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