Gran cantidad de personas estaban apostadas en las afueras del Centro Penitenciario David Viloria, conocido como Uribana, todos ellos familiares de los privados de libertad que fueron trasladados desde la Cárcel Nacional de Maracaibo, Sabaneta. Muchos de quienes llegaron son larenses. De hecho, la queja general de las familias era el traslado de los guaros hacia otros estados.
Para hoy se espera reactiven las visitas. Sólo permitirán un máximo de tres personas por interno y que sean consanguíneos, mientras ayer permitieron el acceso de paquetes, en su mayoría botellones con agua.
Desesperada, angustiada, atacada por los nervios, así se encontraba Mireya Moreno, una mujer que no sabe del paradero de su hijo. Leía EL IMPULSO, buscaba en las listas, se anotaba en otras pero los resultados eran infructuosos. Aquiles José Yesarra Moreno estaba privado de libertad en Sabaneta, aunque es de Caracas. “Hace cinco años estuvo preso aquí en Uribana, pagó condena y dos años después cayó de nuevo en Barquisimeto pero lo llevaron para Trujillo; después lo trasladaron a Sabaneta”.
Moreno aseguró que su hijo estaba en Lara, pues según ella, la esposa del hombre vio cuando lo montaron en un autobús que venía desde Zulia. “Ellos salieron ayer (viernes) a las 7:40 am. Pero no sabemos para dónde lo llevaron porque no aparece aquí”.
Una dama vociferaba: “Creo que a mi hijo lo llevaron para Trujillo pero es muy lejos, no podré ir a verlo porque no tengo dinero para viajar”. Así se pronunciaban otras mujeres presentes, quienes pedían se trajeran a los larenses: “Todos los guaros para Uribana (…) las promesas de la ministra (Iris Varela), son mentiras”.
A las 10:51 am salió desde el penal un funcionario con lista en mano dictando algunos nombres de los hombres que trasladaron recientemente al sitio. “No está mi hermano Nelson Romero (46), ya no sé qué hacer”, manifestó Olga Romero, quien tiene 15 días sin comunicación con él. Se desempeñaba en Sabaneta como pastor evangélico.
Ellos residen en Barrio Unión de Barquisimeto y mientras estuvo en Maracaibo, se les hacía difícil visitarlo por los altos costos que implicaba el viaje. “Tenemos 15 días sin hablar con él; creemos que está aquí. Sus tres hijos también están preocupados por la situación”.
Por otra parte, se observaba el drama que viven los marabinos que llegaron a la región. “Nos vinimos aventurando desde el viernes, amenecimos aquí afuera, por suerte nos informaron que se encuentra en Uribana”, comentaron con su natural acento. “Les están dando las tres comidas y productos de aseo personal pero no tienen bebidas”.
María Machado no dudó en decir que será muy costoso visitar a su sobrino. “Nos vinimos en una gandola que nos dio la cola; nos dejaron en el distribuidor San Francisco sin conocer nada pero no nos queda de otra”.
Yesenia Rojas es otra de las mujeres que está sufriendo las penurias de los traslados, aunque de cierta forma ya había vivido estos capítulos. “Paríamos 300 bolívares semanales para pagarle la causa a “El Mocho Edwin”, de lo contrario lo podían matar o los amputaban, incluso, aquí llegó uno a quien le cortaron la mitad de la oreja por pagar solo la mitad”.
Algunos se organizaron y se vinieron en grupos, salieron desde el terminal de Maracaibo, cancelaron 130 bolívares por el viaje y al llegar a Lara, debieron pagarle a un taxi otros 300 para que los trasladaran hasta el Centro Penitenciario David Viloria, “y sin contar los 420 diarios que nos están cobrando en el hotel para poder dormir”.
“No llega el agua”
Desde afuera algunos familiares se comunicaban con los privados de libertad a través de gritos, por los ventanales de uno de los anexos. María Casorla le preguntaba a “El Gordo”, cómo se sentía, a lo cual respondió “bien preso (…) estamos más o menos, nos dan todas las comidas pero tenemos hambre, lo que no llega es el agua”.
Sin embargo, en el transcurso de la mañana, se observaron algunas camionetas del Servicio Penitenciario que arribaban con botellones con el vital líquido para solventar la crisis. Igualmente algunos colchones fueron introducidos, pues la capacidad de camas que había no era suficiente para tantas personas que trasladaron. La ministra Iris Varela confirmó que fueron 775 hombres y 289 mujeres los que trajeron a Lara.
Custodian incómodos
También durante la jornada matutina de ayer, se observó el rancho improvisado en donde permanecen los funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana, pertenecientes al Destacamento 47, quienes tienen la responsabilidad de resguardar a los privados de libertad. Fuentes extraoficiales indicaron que se les había derrumbado con los vientos huracanados que se registraron el viernes.
Es justo que si tienen la responsabilidad de custodiar, se les ofrezcan condiciones dignas en beneficio de su labor.
Murió trabajador de la Comunidad Penitenciaria
Como José Mendoza Verde, de 27 años, fue identificado el obrero de la Comunidad Penitenciaria de Centroccidente, quien murió ayer dentro del recinto, al parecer porque se cayó de uno de los pisos de la construcción. Presentó politraumatismos y su cadáver fue levantado por el Cicpc.
