En el estado Lara, e incluso en todo el país, no existen niños y adolescentes con mayores deseos de superarse estudiando y docentes interesados en facilitárselos que los de la escuela El Parchal, en la parroquia Humocaro Bajo del municipio Morán.
Desde hace algunos años vienen padeciendo las consecuencias de los movimientos de la tierra debido a fallas geológicas, representadas en agrietamientos y hasta derrumbes de salones de clases.
“Estos niños son muy interesados en los estudios; algunos cam inan hasta cuatro horas diariamente para venir a lo que les queda como escuela y por eso nosotros tenemos que responderles, a pesar de no tener las condiciones estructurales para ello”, dice Milka Santana, una de las cerca de veinte docentes de la institución.
En otras oportunidades hemos reseñado lo que ocurre en la escuela de El Parchal, cuyos salones de clases han sido declarados riesgosos por las grietas que presentan en paredes y pisos.
“Hemos tenido que construir, con la colaboración de representantes, salones provisionales con paredes de carrizo o bambú porque hasta ahora ni en la alcaldía de Morán, ni en la gobernación, ni en el Ministerio de Educación han mostrado preocupación por lo que ocurre”, agregó Beatriz Alvarado, otra docente.
En efecto, de los salones originales no queda ninguno apto, e incluso la capilla está tan agrietada que tampoco puede ser usada para dar clases.
En el anterior año escolar la matrícula en primaria fue de 160 alumnos y en el liceo 200, aunque esa cantidad se incrementará en el 2013-2014 pues le aprobaron otra sección al primer año del liceo.
“Pero no se han preocupado en aprobar la construcción de una nueva escuela y de esa manera se termine la tragedia que estamos viviendo, docentes, alumnos, padres y representantes de El Parchal, coincidieron María Elena Vizcaya y Madelei Sánchez, también educadora.
Milka Santana informó que el director del plantel, profesor Orlando Pérez, así como otros docentes, no han descansado en acudir a organismos como la alcaldía, gobernación y FEDE en busca de una solución, pero hasta el fin de semana no habían logrado nada.
“Lo único que dicen es que no hay presupuesto, algo increíble en un país como este que tiene tanto petróleo y regala millones a otros”, agregó Santana.
La educadora también está preocupada por la falta de transporte para los alumnos residentes en otros caseríos de la parroquia, quienes a veces reciben “colas” en camiones u otros tipos de vehículos, pero en muchas oportunidades tienen que regresar a sus casas bajo aguaceros o hasta en horas de la noche pues deben esperar que deje de llover para poder salir.
“Esos niños merecen más consideración en premio a su interés en aprender, de graduarse como bachilleres en su escuela para poder aspirar a seguir estudios superiores en otra parte; eso debe reconocérseles construyendo otra escuela al poblado donde nacieron”, expresó la docente.
A pesar de todo, tienen previsto iniciar clases el martes primero de octubre.