El pasado 8 de septiembre Maracaibo cumplió 484 años de fundada y ese aniversario sirvió para reivindicar el amor y el compromiso que los marabinos sentimos por la ciudad que nos vio nacer, crecer y desarrollarnos como hombres y mujeres de bien.
Para querer a Maracaibo no basta sólo con nacer aquí. A esta ciudad hay que vivirla, sudarla. En Maracaibo hay que pasar las alegrías y tristezas. Es nuestro hogar. Un hogar cálido y lleno de voluntad para progresar por encima de los obstáculos de quienes juegan a destruir.
Desde sus inicios Maracaibo y su gente han dado muestras de empuje y progreso. Fuimos los primeros en tener un hospital, el Dr. Urquinaona o mejor conocido como el Hospital Central, hoy prácticamente cerrado por el Gobierno regional. Fuimos también la primera ciudad en tener electricidad, servicio postal y cine.
Tuvimos el honor de ser la primera ciudad donde se erigiera una estatua del Libertador en una plaza pública. En fin, fuimos y seguimos siendo pioneros del progreso y desarrollo. Ni en los tiempos más sombríos, Maracaibo se ha rendido. Es una ciudad distinta con ciudadanos distintos.
Hoy más que nunca está a flor de piel ese sentimiento de arraigo que pareciera que intentan arrebatárnoslo o más absurdo aún, quieren cambiarlo por un modelo impuesto que en nada coincide o encaja con nosotros y saben porqué persisten y fracasan en esa intención: porque no entienden a los marabinos.
Así vemos pues cómo anuncian con bombos y platillos la creación de una “zona de interés turístico” en el casco histórico de la ciudad y además dicen que no ocurrirá lo mismo que con El Saladillo, pero la realidad dicta otra cosa.
Son muchos los ejemplos de promesas rojas incumplidas. Han anunciado casi un centenar de veces la modernización del transporte público con la puesta en marcha del metro y ya tienen casi 20 años desarrollando un proyecto que no ha abarcado ni siquiera 10 kilómetros.
¿Se acuerdan de la cuña del Banco Federal, donde el muchacho calvo decía que no tenía ni un pelo de tonto? Bueno, ese spot publicitario está latente en el Partido Unido Socialista de Venezuela (PSUV).
Intentan engañar a los marabinos diciendo que pondrán a Maracaibo bonita, que le regalarán 484 años más de modernidad y no es así. Lo que hacen es prometer y prometer. No recuerdan que fueron ellos quienes destruyeron a Maracaibo. Di Martino se llevó hasta las piezas sanitarias de la Alcaldía, por ejemplo.
Aún estamos sufriendo esas consecuencias. Vendieron los camiones de basura nuevos, como si fueran chatarras, y dejaron al IMAU en cuatro bloques; desviaron fondos del Fides y LAEE, desaparecieron más de 80 vehículos oficiales de la Alcaldía y pare de contar.
Hablan de limpiar la ciudad y son ellos los que ponen zancadillas para evitarlo al sabotear el relleno sanitario y colapsar el servicio. Pero además hay municipios gobernados por ellos con peores problemas en esta materia como San Francisco y Libertador en Caracas.
Los marabinos no tenemos ni un pelito de tontos. Nosotros los marabinos tenemos memoria y no olvidamos las condiciones en las que dejaron a Maracaibo hace cinco años. Ahora quieren venderse como los salvadores, cuando dejaron una bomba de tiempo en la Alcaldía de Maracaibo, la cual por cierto ha sido desactivada poco a poco ante las serias dificultades financieras impuestas por ellos.
Nosotros no olvidamos. Por llevar en nuestras venas esa sangre de emprendedores, luchadores y defensores de lo nuestro; los invito a continuar gestando esa lucha el próximo 8 de diciembre al elegir el progreso, la inclusión, la igualdad, el desarrollo y el bienestar de todos y cada uno de los ciudadanos que habitan esta tierra.