El único hijo del presidente venezolano, Nicolás Maduro, del mismo nombre, lidera un equipo responsable de la inspección de las acciones de gobierno para hacer las correcciones y recomendaciones, de ser necesarias, en un informe final que entrega a su padre.
«Me toca por ser mi papá el presidente de la república», dijo Nicolás Maduro Guerra, de 23 años, en entrevista a un medio local. «Mi objetivo es que seamos el mejor gobierno después del presidente (Hugo) Chávez. Para eso hace falta una inspección diaria, una observación diaria de cada cosa que hace el gobierno nacional», agregó.
Según cuenta, su equipo está conformado por 10 personas que ya han visitado cinco estados de Venezuela y que trabajan directamente desde el palacio de Miraflores, desde donde deciden qué estados serán visitados y en dónde entregan en las propias manos del primer mandatario un informe final con el diagnóstico y recomendaciones a los problemas.
Entre algunas recomendaciones que adelantan está la de aumentar la producción de la estatal Lácteos Los Andes, una empresa expropiada en 2008. «Para nadie es un secreto que hay una caída en la producción», dijo.
Asimismo, recomiendan una felicitación para la ministra de Servicios Penitenciarios, Iris Varela -quien enfrenta una reyerta en un penal del país tras la muerte de 16 reos esta semana-, por la construcción de una cárcel en el país.
Maduro Guerra asegura que le cuenta «todo, todo, todo» lo que ve a su padre y justifica la fiscalización que adelanta en el país «para ser transparentes, para que no haya corrupción, para que haya una línea directa con el presidente de la república», precisó.