Gabino Matos, crítico de arte, expresó que la Ley Orgánica de Cultura es un instrumento que se ha sancionado de forma apresurada sin tomar en cuenta el consenso de los distintos sectores que, valga la redundancia, cultivan la cultura.
Acotó, en su visita a EL IMPULSO, que existen infinitas interpretaciones del concepto cultura, por lo cual es importante que una Ley, en correspondencia con la Constitución, maneje ese concepto.
“Sería tomar en cuenta todas aquellas expresiones, fruto del espíritu y del sentimiento humano que se susciten en las distintas manifestaciones, como una suerte de la fenomenología del espíritu, abarcando las distintas interpretaciones. La cultura venezolana, desde nuestras raíces, sencillamente es plural, y tan valiosas son las expresiones del arte popular como del arte académico y las vertientes de ambas”.
Por otra parte, dijo el docente, es importante definir qué se asume en la tradición venezolana por expresión cultural.
“Tenemos un doble discurso, por una parte, la Constitución expone que la cultura es abierta, plural y diversa.
La Ley Orgánica de Cultura por el contrario nos cerca con la definición de cultura popular.
Hay que distinguir cosas que son populares porque el pueblo las conoce y las acepta y cosas no populares porque la sociedad no las conoce”.
Desde hace mucho tiempo, añadió, un grupo de personas hemos luchado para que en los salones de arte no exista un premio en específico para el arte popular y en consecuencia diferenciarlo de los académicos.
“El arte popular es una expresión híbrida al igual que todas las demás, que merece ser considerada en su totalidad, igual sigue un proceso, implica el uso de materiales, lo ejecuta una persona y tiene una motivación.
Eso pasa en cualquier expresión cultural”.
La Ley menciona reiteradamente la palabra popular pero qué se entiende por ello, ¿lo que se produce sin estudio?, ¿lo que hacen los grupos organizados en colectivos? ¿lo que se hace espontáneamente? No lo expone.
Lo popular
Sobre el Museo de Barquisimeto, alertó que existe la posibilidad de convertirlo en el Museo Popular de Venezuela, en ese caso, “adónde irá a parar la colección de arte contemporánea tan extraordinaria que tiene dicho museo, qué incluye o excluye un museo popular, será necesario redifinir la misión de museo para concretar esa posibilidad, no obstante, como Barquisimeto tiene sólo ese museo, lo ideal es que sea más amplio para que todos los artistas y otras expresiones de la cultura se encuentren”.
“No todos los artistas son populares. Dónde van a exponer los demás, ¿en los espacios alternativos?, prácticamente no existen”.
“Expresiones populares como el jazz, rock, hip hop, siempre han estado, cómo cambiarles el nombre, es como dejar de utilizar la palabra collage en artes plásticas o pas de deux en ballet”.
El 1%
Por otra parte, la Ley Orgánica de Cultura contempla 1% de los ingresos de la empresa privada al sector cultural, pero puede ocurrir como sucede en ciencia y la tecnología, ya que se desconoce a dónde va ese dinero, quién lo procesa o genera, en qué se traduce.
O las empresas mantienen sus fundaciones o las cierran y entregan ese 1% al Estado.
Perder los espacios alternativos significa que los artistas sólo contarán con los museos.
“Desconocemos adónde va a parar ese porcentaje, bajo qué criterios se realizará esa distribución y si sólo favorecerá a lo popular, qué habrá que hacer para ser parte del reparto de esos recursos.
Es importante desmenuzar esa Ley detenidamente para analizar sus efectos.
Hay que precisarla desde el punto de vista conceptual y nominal porque hay muchas expresiones que necesitan ser actualizadas”.
Lamentó que en las consultas no participaran los académicos ni gente de las universidades en virtud de que la cultura tiene muchas aristas.
¿Qué pasa con el sector cultural?
Matos cree que el hecho de que la Asamblea Nacional haya sancionado la Ley el pasado 14 de agosto, en período vacacional, tiene que ver con el poco o nulo pronunciamiento del sector cultura hacia la Ley de Cultura.
“En el sector, trabajar en conjunto es una cultura que no hemos atendido.
Cada institución trabaja independientemente. Varias personas se han pronunciado pero es necesario matizarlas con los aportes que puedan dar las escuelas de artes, los museos, las fundaciones. Tienen que respaldar”.
La Ley Orgánica de Cultura, añadió, se aprobará en un marco de bastante desconocimiento en torno a sus postulados y sobre una plataforma que no ha sido, desde el punto de vista conceptual, suficientemente planificada, sin claridad sobre el aporte del 1% de la empresas al fondo.
Es importante cotejar lo que propone la Ley y lo que establece la Constitución.
Se aprobará una Ley escasamente argumentada, sin conclusiones de las reuniones, consultas y discusiones.
