El presidente de Siria, Bashar al-Asad, prometió este miércoles destruir su arsenal de armas químicas e insistió en que su decisión no responde a la amenazas de ataque estadounidense, en una entrevista con la cadena Fox.
Asad también afirmó que su país no padece una guerra civil, sino que ha sido atacado por decenas de miles de yijadistas aliados a Al Qaida, en la entrevista realizada el martes en Damasco y divulgada el miércoles.
«Sí, hay un malentendido de que habríamos llegado a un acuerdo con este compromiso por los estadounidenses», dijo Asad.
«En realidad, previo al G20, antes de la propuesta de los rusos, no se trataba de entregar el arsenal químico», agregó. «Se trataba de atacar siria para que no use de nuevo armas químicas», explicó.
«Así que no se trata de la amenaza. Siria nunca obedece a ninguna amenaza. Estamos respondiendo a la iniciativa rusa, a nuestras necesidades y nuestras convicciones», insistió.
El mandatario reconoció que al «adherir la semana pasada a un acuerdo internacional sobre armas químicas», Siria dio su acuerdo para «deshacerse de estas armas, para destruirlas».
Señaló que será «una operación muy complicada, técnicamente. Y requiere de mucho dinero, alrededor de 1.000 millones de dólares».
Este desmantelamiento se realizará según «cierto calendario (…) se necesitará un año, quizás un poco más», añadió.
El mandatario aconsejó asimismo al presidente estadounidense Barack Obama a «escuchar el sentido común de su pueblo».
«Lo que tenemos no es una guerra civil. Lo que tenemos es una guerra. Es un nuevo tipo de guerra», señaló, alegando que guerrilleros islamistas de más de 80 países se sumaron a la lucha.
«Sabemos que tenemos decenas de miles de yijadistas, pero nosotros estamos en el terreno, vivimos en este país», señaló, cuestionando el informe de un experto que sugirió que unos 30.000 de los alrededor de 100.000 rebeldes eran de línea dura.
«Lo que le puedo decir es que 80, y algunos dicen 90, para ser preciso, no tenemos información clara y precisa, 80 a 90% de los terroristas clandestinos son de Al Qaida y sus retoños».
Agregó que «decenas de miles de sirios» y unos 15.000 efectivos militares del gobierno han muerto «fundamentalmente por los ataques terroristas, asesinatos y ataques suicidas».
Reiteró que el ataque con gas sarín del 21 de agosto que dejó cientos de muertos en los suburbios de Damasco había sido obra de los rebeldes, no de las fuerzas del gobierno, como acusa occidente, países árabes y varios grupos independientes defensores de los derechos humanos.
El régimen sirio y su aliado ruso se movilizaban el miércoles para impedir toda resolución de la ONU que pueda abrir la vía a un recurso a la fuerza contra Siria.
Rusia ha reiterado varias veces la sospecha de que el ataque químico fue una «provocación» orquestada por los rebeldes con el objetivo de fomentar una intervención militar internacional en el país.