“Tengo un sueño, que mis cuatro pequeños hijos vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter.(…)
“Tengo un sueño, que un día en las rojas colinas de Georgia, hijos de antiguos esclavos e hijos de antiguos dueños de esclavos podrán sentarse juntos en la mesa de la hermandad”. (Fragmento del discurso “Tengo un sueño”, pronunciado el 28 de agosto de 1963).
La década de los 60 ha sido sin la menor duda una de las décadas de mayor movilidad en el escenario político, social y cultural mundial: los movimientos independentistas en África y Asia, La Guerra de Vietnam, el Tercer mundismo, los movimientos guerrilleros, la muerte del presidente norteamericano, la revolución cultural China, el Mayo Francés, la Revolución de Terciopelo de Checoslovaquia, los hippies, los gays, figuras como el Che Guevara, Fidel Castro, Kennedy, Ho Chi Min, Mao, Nasser, entre otros, fueron representación clara de un desequilibrio mundial, una década de cuestionamientos, años de rebeldía mundial.
El período que comienza al terminar la Segunda Guerra Mundial hasta finales de los años 60, fueron paradójicamente los de mayor auge en las economías mundiales: reconstrucción de Europa, surgimiento de Japón, el triunfo de los planes quinquenales de la URSS, el modelo de sustitución de exportaciones en los países subdesarrollados y fundamentalmente el gran avance de la economía norteamericana, la gran beneficiada en la segunda guerra mundial. Sin embargo, todo este auge no beneficiaba a todo el mundo, aún muchos países en África y Asia vivían bajo condición colonial, los modos de vida eran aún los de sociedades semifeudales – precapitalistas, pero esto no era muy distinto en el seno de los países desarrollados, ya que una importante parte de su población no se había beneficiado de este “boom económico”, el autoritarismo y la represión eran parte esencial del modelo político. La intolerancia a nivel internacional, el irrespeto a la autodeterminación de los pueblos, los daños producidos al ambiente por el industrialismo, son sólo algunas de estas paradojas tan comunes en nuestro mundo moderno.
De esta situación no escapó el problema racial, a pesar de los avances de la autodenominada “democracia más grande del mundo” lo cierto es que los negros, una cuarta parte de la población total de los EEUU., estaban en condiciones de hombres de segunda clase. En algunos Estados de la Unión, unos más que otros, existían leyes claras de discriminación racial que impedían al negro asistir a la misma escuela de los blancos, a los clubes, a la iglesia, ir sentados en los autobuses, entre otros. Si bien ya existían algunas organizaciones pro derechos civiles de los negros eran aun débiles y por el contrario si eran muy fuertes los movimientos racistas de los blancos tanto en el escenario público – legal como en la oscuridad y la clandestinidad, tal es el caso Ku klux klan. En este contexto surge la figura de Martin Luther King, quien desde 1955 hasta su muerte en 1968, dedicó su vida a la lucha pacífica por la igualdad racial.
Martin Luther King, había nacido el 15 de enero de 1929, en el sureño estado de Atlanta, hijo de una maestra de escuela y del pastor Martin Luther, con apenas 15 años entra a la universidad donde llega ser electo el primer representante estudiantil negro, en 1948 recibe el título de sociólogo, en 1953 se casa con Coretta Scott quien prosiguió la lucha de su esposo y dirigió el centro Martin Luther King. En 1955 recibió el título de Derecho Teológico en la Universidad de Boston, siguiendo así los pasos de su padre a quien sustituye como pastor desde ese mismo año en la Iglesia de Dexter, Alabama. Allí comenzó su acción de protesta cívica, cuando en 1956 organizó un boicot contra el servicio de autobuses que obligaban a los negros a ceder el puesto a los blancos, debido a que esta injusta practica fue removida legalmente desde entonces sus acciones comenzaron a hacerse conocidas en todo el territorio de los Estados Unidos. Continuará…