Por el año 1952, cuando aleros de musgosas tejas todavía pestañeaban frente a los arreboles de la tarde, dándole un sesgo pueblerino a Barquisimeto, esta pequeña ciudad llena de vientos se aprestaba a celebrar su cuatricentenario. Estaba ahí, airosa sobre una meseta de tardes anaranjadas con cuarenta y cuatro calles, veinte carreras y aledaños barrios que cada día aumentaban la población.
En céntrico sector vivía el abogado Carlos Felice Cardot, gobernador del estado Lara, quien para esa festividad cuatricentenaria había anunciado la construcción de algunas obras: avenidas Francisco de Miranda, Simón Rodríguez y Vargas; Hotel Nueva Segovia, un edificio para el Cuerpo de Bomberos y otro para el Colegio de Abogados; un gran hospital, espacios para la Feria Exposición de los 400 años y un obelisco en la entrada oeste de la ciudad..
Entretanto, Barquisimeto seguía una rutina en la cual los diarios EL IMPULSO y Última Hora editaban la información que permitía publicar el filtro de la censura dictatorial, extendido hasta los micrófonos de las radios Barquisimeto, Cronos, Occidental y Universo.
Se anunciaba en los cines Lara y Olimpo la presentación del actor mexicano Antonio Badú, mientras en el Centro Social resultaba electa reina de las fiestas carnavaleras la señorita Gloria Copout. En el plano político, desde Caracas se designaba al teniente Raúl Briceño Ecker como presidente de la Junta Electoral de Lara, organismo encargado de coordinar la participación regional en los próximos comicios para la Asamblea Constituyente.
Por otra parte, los ingenieros Ricardo López Lares y Guillermo Capriles, de la Corporación Venezolana de Fomento, informaban acerca del Central Río Turbio, empresa azucarera instalándose en la carretera vieja hacia Yaritagua. Los comunicadores sociales, en su gremio, celebraban la reelección de Arístides Bastidas en el cargo de Secretario General de la Asociación Venezolana de Periodistas, Seccional Lara. En el mundo del espectáculo seguía muy activa la cartelera en los cines Arenas, Ayacucho y Florida con la presentación del comediante criollo Amador Bendayán y sus personajes El Bachiller y Bartolo.
A mitad de aquel año 1952, en medio de expectativas, fue nombrado gobernador de Lara el doctor Esteban Agudo Fréitez, en sustitución de Carlos Felice Cardot. Tras asumir el puesto, escogió un nuevo presidente del Concejo Municipal de Iribarren, recayendo el dedo del nombramiento en el abogado Juan Antonio Azuaje. Además, nombró al doctor Antonio Castillo Arráez como primera autoridad del Consejo Deportivo Regional, sobresaliendo en ese ámbito la acción del básquetbol, béisbol, boxeo, fútbol y ciclismo.
A la población barquisimetana le atraía el hecho de las obras que se construían, entre ellas El Obelisco, monumento de 75 metros de altura con escalinata, ascensor, rampa de acceso sobre una verde redoma con amplio estacionamiento. Se levantaba a base concreto armado, la más alta estructura de ese tipo en el país, a un costo de 300 mil bolívares.
Los actos centrales del Cuatricentenario se efectuaron el 14 de septiembre, impuesta fecha para esa celebración aniversaria, con presencia de los miembros de la Junta de Gobierno: doctor Germán Suárez Flamerich, presidente, y los coroneles Marcos Pérez Jiménez y Luis Felipe Llovera Páez, mandatarios que inauguraron algunas de las obras anunciadas.
Hubo ese día misa en el campo Mariano, sesión solemne en el Concejo Municipal, desfile militar en la avenida Concordia (ahora Libertador), reunión en el Centro de Historia Larense, banquete en el Palacio de Gobierno y concierto de la Orquesta Mavare en el Complejo Ferial, donde actualmente funciona la escuela “Ramón E. Gualdrón”.
Sin embargo, por encima de todo eso, la celebración de la gente de Barquisimeto, con aquel sesgo pueblerino de entonces, era que no existía en la ciudad el azote de la delincuencia ni tanta penuria para vivir.
Crónica urbana – ESTAMPA CUATRICENTENARIA
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