Cualquier persona que llegue a determinadas zonas rurales del estado Lara quedará sorprendida ingratamente al observar los inmuebles donde funcionan escuelas y liceos, sobre todo si se recuerda los donativos que en materia de centros educativos ha hecho el gobierno Nacional a otros países.
Es vergonzoso para un país petrolero como el nuestro la existencia de centros educativos sin condiciones como tal, salvo el espíritu de servicio de los o las docentes y el sacrificio de los alumnos.
En cada uno de los municipios foráneos del estado Lara existen ejemplo denigrantes, como el caso del caserío Los Portones, al noroeste del municipio Crespo, cuya escuela funciona en un rancho de barro que los mismos campesinos construyeron mediante contribuciones personales y ninguna oficial.
En la escuelita de Los Portones estudian primaria unos veinte niños y niñas habitantes de diferentes caseríos, algunos de los cuales deben caminar diariamente hasta cuatro horas por el interés de recibir educación.
Los privilegiados se trasladan en burros o caballos.
Rómulo Castro, luchador social del municipio, dijo que en muchas ocasiones, conjuntamente con Asdrúbal Álvarez, del movimiento Crespo Activo, han solicitado la construcción de una verdadera escuela para Los Portones, pero sus imploraciones no han sido atendidas.
“En el gobierno, municipal, regional o nacional como que piensan que esos niños campesinos no tienen los derechos de los de la ciudad, de contar con una escuela digna”, manifestó.
Agregó que lo mismo ocurre en el caserío Cerro Grande La Quinta, también al noroeste de Crespo, donde sólo cuentan con un aula construida por los vecinos, para que los niños reciban clases, hacinados.
“Ahí les hace falta de todo porque hasta hace poco no tenían ni servicio sanitario y mucho menos cancha deportiva”, afirmó.
Castro también citó el caso del liceo de Quebrada de Oro, al este del mismo municipio, que funciona desde hace años en una vieja casona perteneciente antes a una finca de ganado.
Informó que allí cursan bachillerato cerca de cincuenta jóvenes, en improvisados y húmedos salones de clases, sin ninguna comodidad, e incluso sin el correspondiente material didáctico.
“Esos muchachos del liceo de Quebrada de Oro también tienen que caminar diariamente hasta cuatro horas para llegar al liceo, incluso cuando está lloviendo, por el interés de estudiar, aunque si la quebrada está crecida deben regresar a sus casas”, puntualizó.
Considera que los docentes y alumnos del liceo merecen un inmueble adecuado para un centro educativo, pero en FEDE nunca les han tomado en cuenta, a pesar de los años que lleva funcionando.
“Es que en Caracas no toman en cuenta a los estudiantes campesinos a la hora de construir escuelas y liceos”, afirmó Castro.
En El Potrero de Bucare
En el caserío El Potrero de Bucare, parroquia Águedo Felipe Alvarado, al norte de Bobare, está otro ejemplo de la poca o nula atención que el gobierno nacional da a la educación rural.
La institución llegó a tener una matrícula de 250 alumnos pero debido a las precarias condiciones del inmueble que ocupa la misma se ha reducido pues muchos han emigrado a Bobare.
Luis Alfredo Gil, luchador social de la parroquia, recordó que desde hace años existe un proyecto para construir un edificio que serviría de sede a una escuela técnica, pero todo indica que en FEDE lo engavetaron.
“Da vergüenza que en un país como Venezuela, con tanto petróleo, que regala escuelas, hospitales, calles y plazas a otros, exista un liceo en esas condiciones”, afirmó.
En el mal llamado liceo de El Potrero de Bucare todo es hacinamiento, no sólo los estudiantes, sino también el personal administrativo y hasta la cocina.
“Ni baños tenemos para nuestras necesidades fisiológicas por lo que los varones tenemos que coger para el monte, pero las mujeres no pueden”, dijo recientemente uno de los alumnos al plantear la situación que están viviendo.
