El ego es la oscuridad que convive con nosotros. Todos tenemos dos polaridades, un lado positivo y otro negativo. El ego es nuestra parte negativa. Mientras menos ego tenemos, menos sufrimos, menos daño le hacemos a los demás. Además, nos preocupamos por las necesidades de los otros.
Asimismo, nos damos cuenta cuando le faltamos a los que nos rodean, pedimos perdón por nuestros errores, resarcimos el daño que hacemos, no juzgamos a nadie, aceptamos con tranquilidad las vicisitudes que nos depara la vida o el karma individual, agradecemos por cada cosa que obtenemos, nos comprometemos voluntariamente en ayudar al prójimo, somos incapaces de sentirnos superiores a cualquier persona, mostramos humildad al hablar, aunque tengamos posesiones, conocimientos, experiencias, entre otras cosas. Si estudiamos la vida y trayectoria de los santos observamos esas características. Las personas con egos bajos son altruistas, hacen el bien sin esperar recompensa.
Por otra parte, si tenemos un ego grande somos agresivos, estamos centrados en satisfacer sus propios deseos, no nos importa el prójimo. Es decir, el yo es más importante que el nos. Demostramos esa condición deseando y ejerciendo inadecuadamente el poder, siendo arbitrarios, mintiendo, robando, matando, aferrándonos a las cosas materiales, apoderándonos de la voluntad de las otras personas, en fin todo lo que puede considerarse bajo a nivel evolutivo. En ese mismo sentido, alguien con gran ego se cree más que el otro, demuestra soberbia, intolerancia, se jacta de no cometer errores, muestra como trofeos lo que posee, ya sean títulos, conocimientos, experiencias, bienes materiales, entre otras cosas, es decir que se muestra superior.
Entonces, la tarea del hombre en la tierra es autoevaluarse, observarse y ver las manifestaciones de su ego desde cerca, de tal manera que pueda dominarlo, para minimizarlo. Quien realiza este trabajo se eleva espiritualmente. No hace falta la religión para llegar a este punto de evolución. Es una labor ardua, difícil, enriquecedora, que conlleva sacrificio. Es como esculpir una roca. Esa debería ser la misión de todo individuo al alcanzar un pensamiento lógico: Observarse y darse cuenta de sus bajezas, de sus instintos primitivos, de sus pensamientos oscuros para domar esas fieras que nos impiden llevar una vida plena.
En ese sentido, si me doy cuenta que miento, debo vigilar mi comportamiento y evitar hacerlo. Preguntarme: ¿Por qué lo hago? Si domino ese aspecto negativo de mi ser, voy evolucionando hacia el grado de persona. Si observo que alguien tiene posesiones materiales y las deseo, si odio a un ser porque considero que tienen más suerte que yo en esta vida, entonces debo trabajar para eliminar ese sentimiento de envidia ya que me encadena y me impide ser feliz.
Cuando juzgo negativamente las actitudes, condiciones de los demás porque creo que soy infalible, que no cometo errores, debo observar que esa es mi parte oscura, la que permanece escondida en mí, y si sale a relucir, debo percatarme para limpiarme de ese sentimiento. Es decir, es mi lado negativo inconsciente. Por lo tanto, hay una parte oscura visible, y otra oculta en nuestra mente. La labor es conocernos a nosotros mismos, ver lo que somos capaces de hacer. Ejemplo, pensamos que no somos capaces de hacer daño a nadie, y resulta que ocurre un evento como un atraco, y deseamos en un momento darle muerte a esa persona que nos está haciendo daño. No lo concretamos, pero queda la experiencia de lo que desee. Creía que era incapaz de tener un pensamiento de ese tipo, sin embargo lo tuve. Estaba oculto en mi subconsciente y salió a flote en un momento dado.
Por lo tanto, nos toca hacer introspección y darnos cuenta de las oscuridades ya sean las visibles o las que permanecen ocultas. Los sueños son una fuente de conocimiento del subconsciente, también nuestros actos, acciones que ejecutamos, pensamientos que tenemos, y las cosas que nos ocurren durante nuestra existencia. Todos ellos son muestra de las respuestas que el ego obtiene en la interrelación con los demás.
Si logramos dominar y minimizar nuestro lado oscuro, entonces nos convertimos en personas armoniosas, humildes y por supuesto, la convivencia con los demás, será pacífica, no habrá guerras, ni agresiones, ni violaciones a los derechos humanos.
