Según las imágenes obtenidas por las agencias espaciales Nasa y Esa, el agujero en la capa de ozono, es decir, el área en la estratósfera que tiene baja cantidad de ozono lo que permite a la radiación del espacio alcanzar la Tierra, disminuyó el año pasado y a tiempos apenas se veía. Entre septiembre y noviembre del año pasado el agujero tuvo el tamaño mínimo en los últimos 10 años.
Sin embargo, el tamaño del agujero, que depende mucho del tiempo y de los vientos fríos en la atmósfera, cambia cada año, lo que hace difícil hacer previsiones.
El agujero en la capa de ozono se formó por causa del uso de freones en producción de frigoríficos y aerosoles. Los freones están compuestos por clorofluorocarbonos (CFC), dañinos para el ozono porque al elevarse a la estratósfera las moléculas de cloro se liberan y descomponen el ozono. Las temperaturas bajas y los vientos de la Antártida contribuyen al proceso, por lo que el ozono sobre la zona polar sufrió más daño.
Desde el año 1987 está prohibido producir y emitir freones, pero en la atmósfera queda una gran cantidad de estos elementos ya que tienen una gran capacidad de supervivencia, y se prevé que la capa de ozono se restaurará aproximadamente para el año 2050.
La misión de la capa de ozono, es absorber las radiaciones ultravioletas emitidas por el Sol que en porción engrandecida dejan secuelas perjudiciales a la naturaleza y a las personas. El debilitamiento de ese manto que protege a los seres vivos de los rayos ultravioletas incrementa la ocurrencia de problemas visuales, de piel, desde melanomas hasta cáncer, y una disminución de las cantidades de especies marinas.
El Protocolo de Montreal de 1987 logró que las naciones del mundo descartasen seguir usando CFC. Es considerado uno de los tratados medioambientales más exitosos de todos los tiempos. Una vez que los científicos identificaron a los CFC como los culpables de la rápida pérdida de ozono sobre la Antártida, las autoridades gubernamentales de las naciones del planeta reaccionaron con rapidez.
Casi 200 países han ratificado el tratado. Ahora se sabe que el agotamiento de la capa de ozono que hubieran causado los CFC habría sido muchísimo peor de lo que se pudo vaticinar en la época del tratado. El costo que conllevó desarrollar sustancias menos dañinas con las que sustituir a los CFC, también fue muchísimo menor de lo que estimaba la industria.
Por primera vez, un tratado internacional sobre el medio ambiente provocó una respuesta inmediata de los políticos y las industrias.
Más por el planeta
El 16 de septiembre se celebra el Día Mundial para la conservación de la capa de ozono, instituido en 1995 por Naciones Unidas con el objetivo de sensibilizar a la opinión pública sobre este problema.
La capa de ozono se encuentra localizada entre 15 y 50 kilómetros de la superficie terrestre, esta conformada por la concentración de un gas inestable llamado ozono, compuesto por tres átomos de oxígeno y su misión fundamental es proteger toda forma de vida en el planeta, al actuar como un protector solar que limita el paso de las radiaciones ultravioletas.
En la actualidad, la destrucción de la capa de ozono es uno de los fenómenos más alarmantes, que enfrenta el hombre en cuanto al tema medioambiental se refiere.
Como gas de efecto invernadero, los clorofluorocarbonos pueden ser miles de veces más potentes que el dióxido de carbono. En un estudio de 2007, el científico holandés Guus Velders calculó que de no haberse dejado de producir CFC, en el año 2010 la masa de CFC acumulada en la atmósfera habría generado un calentamiento equivalente al provocado por más de 220.000 millones de toneladas de dióxido de carbono. A modo de comparación, la humanidad generó 32.000 millones de toneladas de CO2 en 2011, y ya sabemos los estragos que las emisiones de CO2 de las últimas décadas están causando.
La preservación de la capa de ozono, es de vital importancia para la subsistencia humana y la de todos los seres vivos del planeta, la alarma sobre temas de higiene ambiental esta dada y la necesidad de unión y de esfuerzo conjunto de todos los habitantes del mundo, es fundamental para detener las emanaciones de toda sustancia, que provoque efectos nocivos para la salud de nuestro planeta que es la salud de nosotros mismos y de las generaciones venideras.
Los clorofluocarbonos por mucho tiempo fueron utilizados por el hombre y son los principales causantes de la destrucción de la ozonósfera, su utilización ha abarcado muchos renglones de la vida moderna y en su momento tuvieron un propósito multiuso, siendo muy utilizados como refrigerantes en neveras y aires acondicionados, como sucedió con el popular freón, como disolventes en productos de limpieza, como elemento propulsor en aerosoles y agente espumante en extintores.
El gran problema generado con el uso de estos gases, es que luego que se pone en contacto con los rayos ultravioletas, produce Cloro el cual reacciona con el ozono para finalmente convertirlo en oxígeno y aunque estas emisiones de CFC hoy han cesado en gran medida, sucede que el tiempo de vida del cloro desprendido de una molécula de CFC, oscila entre los 20 y 100 años por lo que el proceso de destrucción de la capa, continuará por largo tiempo aunque las emisiones cesen en su totalidad.
Cada gesto cuenta
Cada gesto nuestro como ciudadanos cuenta en la protección de la capa de ozono. Por ejemplo, informar a nuestros familiares y vecinos sobre las causas y consecuencias del problema, practicar las medidas para protegernos de las radiaciones peligrosas del Sol o educarnos como consumidores al comprar y utilizar productos que no contengan CFC.
Eco Datos
La Oficina Técnica del Ozono (OTOZ) de Cuba anunció que en 2014 la isla ejecutará un plan de recogida y destrucción de los gases HCFC, nocivos para la capa de ozono, y para 2030 prevé su eliminación total.
Será el primer país de América Latina con un proyecto en funcionamiento para la destrucción de los hidroclorofluorocarbonos (HCFC)», indicó el director de la OTOZ, Nelson Espinosa.
La isla establecerá «una red de recogida, transporte, almacenamiento y destrucción, o regeneración, de estas nocivas sustancias» con un cronograma que comenzará a fines de este año congelando el consumo de esa sustancia.
Para 2015 está prevista la reducción de un 10% de los gases y para 2025 de un 68%.
Estimados de la OTOZ señalan que en 2030 el país caribeño «habrá eliminado totalmente la emisión de HCFC a la atmósfera, aunque en el mundo está previsto que esto suceda para el 2040».
Según el Protocolo de Montreal, aprobado en 1987 y que regula el empleo de las sustancias que afectan a la capa de ozono, para 2040 deben ser eliminados totalmente los HCFC, que tienen un porcentaje aproximado del 10% de agotamiento de la capa de ozono.
Desde fines de 2008 Cuba eliminó el 100% de las importaciones de gases clorofluorocarbonados (CFC) que agotan el ozono y adoptó medidas para «reconvertir» y «sustituir» sus sistemas de refrigeración.
La OTOZ, una dependencia del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, precisó que en los años noventa Cuba consumía más de 1.600 toneladas de sustancias agotadoras, principalmente de CFC. Estimados de la institución en 2013 muestran que esa cifra se ha reducido a 280 toneladas.