A partir del pasado 1 de septiembre se ha aumentado 10% el salario mínimo en Venezuela alcanzando la cantidad de 2.702,73, quedando pendiente para noviembre 2013 un aumento adicional, todavía indefinido entre 5% y 10%. Entre los anuncios gubernamentales se destaca que el salario mínimo venezolano, es el mas alto de América Latina al alcanzar con el ultimo aumento la cifra de 429 dólares. Dato que no es cierto ya que el salario mínimo mas alto del continente, exceptuando Norteamérica es el de Argentina con 608 dólares.
Ahora bien para nosotros mas allá de la propaganda oficial, la real comparación es con los indicadores nacionales y resulta que con este aumento son necesarios 2 salarios mínimos para adquirir la canasta alimentaria y 5 salarios mínimos para alcanzar la canasta global de alimentos y servicios. La alimentaria tiene un valor según consultoras expertas de 5.500 bs. Y la segunda de 13.000 bs.
Estos datos son dramáticos y son el reflejo de la brutal inflación que nos afecta a todos. A tal nivel que los cálculos de los expertos estiman una inflación cercana al 50 % para finales de 2013, cifra alarmante ya que sería la tasa de inflación mas alta de toda la gestión chavista iniciada en 1999 y la segunda mas alta de nuestra historia económica, desde la alcanzada durante la segunda gestión de Rafael Caldera en 1994, cuando se registro el dato record de 104 %.
En pocas palabras de nada valen aumentos salariales si el gobierno de Nicolás Maduro no asume una política de freno a la inflación y de otorgamiento oportuno de divisas que reactive el aparato productivo. Por otro lado el gobierno nacional debe abrir una política de dialogo social que ponga en primer plano un aumento general de salarios, ya que el salario mínimo en realidad paso a ser el salario promedio del trabajador en este país, no por casualidad lo gana la mitad de la población formal.
Entre tanto la familia venezolana vive la tragedia de un aumento que hoy significa 8 bs diarios adicionales de ingreso. Con esa cantidad ridícula ir al mercado constituye un reto a la imaginación, al encontrarse con un desabastecimiento que triplica el precio de los alimentos y empobrece aun más la condición de vida del trabajador y su hogar. Producto de una situación desventajosa, nosotros compramos con bolívares devaluados y nos venden las mercancías en dólares, de allí el desequilibrio del poder adquisitivo, agravado con el bachaqueo, el desabastecimiento y la escasez.
Ante este drama social el gobierno nacional, gobiernos regionales y municipales deben convocar a sindicatos y empresarios privados a una gran mesa de dialogo, antes que las barbas del vecino conviertan en una hoguera tu redil, citando al caso de la huelga nacional de los campesinos del hermano país Colombia. Quienes a través del paro nacional desatado en todas las zonas rurales y con los cierres y tomas de carreteras, han obligado al Presidente Santos y su gabinete a buscar una salida negociada que proteja la producción agrícola del vecino país.