Sin tregua – EL FALSO PROFETA

El Sol cae sobre la réplica del Desierto de Sinaí, construida por Maduro. En un rincón, centenares de afiches de la novia de Popeye, comprados con la finalidad de convertir a Venezuela en una potencia productora de aceite de oliva. Más allá, debajo de una mata de patilla injertada con auyama, El Ilegítimo finge estar concentrado, cavilando sobre peliagudos asuntos bíblicos. Pensando en voz alta: “Es más fácil que una aguja pase por el ojo de un rico, a que un camello entre en celo”. Vestido a la usanza de los profetas del desierto, se siente prendido en llamas, debido al Sol inclemente, que prácticamente le incinera la túnica de cuero e’chivo, marca Louis Voitó, que le obsequiara el humildísimo apóstol Pedro Carreño. De pronto entra el apóstol Diosdado gritando: ¡Corruptos, me han auto-robado la plata. ¡Ah mundo…Maduro en la multiplicación de los pranes, pues.
Realmente vergonzosas las afirmaciones del Ilegítimo, al referirse al simbólico acto mediante el cual Jesús multiplicó los panes y los peces, para saciar el hambre de las multitudes. Quiso Maduro hacer una gracia con esto, y le salió una terrible morisqueta que ultrajó la vida espiritual de un pueblo profundamente católico, como el nuestro. Un día de estos dirá que Nuestro Señor curaba a los enfermos con la ayuda de los brujos cubanos, o que la Sagrada Hostia no es el Cuerpo de Jesús, sino el de Lorenzo Mendoza, porque se hace con harina proveniente de industrias Polar. Ahora, como he dicho en otras ocasiones, esto no es fortuito, pues desde siempre este gobierno enclenque ha tratado de construirse una religión a su medida, en la que la figura del difunto aquel y la manipulación de frases bíblicas se combinen hasta lograr que la pandilla de rufianes que lo integran, sea percibida por la gente como un castísimo ejército de apóstoles dedicados a predicar e interpretar las Sagradas Escrituras. De ahí las constantes alusiones a Nuestro Señor, como una especie de agitador “pre-socialista”, y el uso de frases extraídas de la Biblia, en las latosas alocuciones del impostor.
Sin embargo, sabemos que todo eso una farsa, y Maduro es su profeta. Un falso profeta, como aquellos sobre quienes nos advirtió Jesús: “También guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, más por dentro son lobos rapaces”. No olvidemos que en el falso profeta subyace la figura de un impostor que utiliza su imagen pública con fines inconfesables, como por ejemplo, la preservación del poder omnímodo con la finalidad de enriquecerse y oprimir a los diversos sectores de la sociedad, especialmente a sus adversarios. Un embaucador como Maduro, quien, aguijoneado de avaricia por el poder, solicita se le concedan facultades para legislar sobre corrupción, en un país en el que es amo y señor de todos los Poderes Públicos, y en el que la corrupción es emblema y estandarte de la gestión que encabeza. El día en que Maduro decida luchar de verdad contra la corrupción, quizás la pobre rana eche pelos, y conste que no dudamos de su buena fe, sino que estamos seguros de que no la tiene. ¡En arca de avariento, el diablo yace dentro!, dice la sabiduría popular.
Hay un relato, en el que un falso profeta estaba explicando cómo interpretar la Biblia, y una mujer empezó a llorar. Cuando éste le preguntó por qué lloraba, ella respondió: “…es que usted sigue todas esas reglas para entender la Biblia, mientras que yo la leo, y Dios me dice lo que significa”. Bendito sea el pueblo venezolano, en cuyas sienes palpita la palabra de Dios, hecha promesa de paz, justicia, progreso y democracia…