Las elecciones municipales con fecha fija para realizarse del 8 de diciembre de este año, constituyen el mayor desafío democrático que tendrá que enfrentar el presidente cuestionado Nicolás Maduro, que le crean un incontrolable nerviosismo político expresado en un conjunto de medidas represivas contra líderes importantes de la oposición como el diputado Richard Mardo y la amenaza con contra María Corina Machado y Juan Carlos Caldera, con el objetivo de atemorizar a sus seguidores y a los votantes para Alcaldes y Concejales en todo el país.
Las derrotas que registran las encuestas para la mayoría de los candidatos escogidos a dedo por el oficialismo, sería también una derrota contra Maduro y lo que representan sus políticas equivocadas que han provocado la mayor inflación de América Latina y una de las más altas del mundo, el aumento del desempleo aunque trate de ocultarlo con cifras acomodadas por el INE, la inseguridad que no ha podido contener ni con la sacada de parte del Ejército a la calle, porque el hampa sigue cobrando miles de muertes todos los fines de semana en todas las ciudades y hasta en el campo venezolano.
La poca credibilidad en la palabra de los voceros del gobierno y del propio Nicolás Maduro con relación a los posibles magnicidios y su solidaridad con el tirano de Libia acusado de cometer crímenes de lesa humanidad al asesinar más de un mil ciudadanos inocentes, entre ellos unos 400 niños, utilizando gases químicos prohibidos por las Naciones Unidades desde hace décadas, acentúan el desprestigio del Jefe del gobierno y el rechazo de los venezolanos a sus políticas, que pueden y deben reflejarse en los resultados de las elecciones municipales del próximo diciembre.
Y aunque el gobierno ha hecho y hace esfuerzos propagandísticos para desviar la atención de las consecuencias que tienen sus políticas económicas y sociales en la población, con mayor gravedad en los sectores populares, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y los principales candidatos a alcaldes y concejales, escogidos en elecciones primarias o por consenso. continúan y deben continuar denunciando hasta el último día de la campaña, los problemas que afectan a los sectores populares y a la clase media.
De allí que las elecciones municipales son también el mecanismo democrático y plebiscitario que revelarán al país y al universo, la validez política de la impugnación de las elecciones del 14 de abril, que presentó Henrique Capriles ante el TSJ venezolano y que hoy denuncia ante los organismos internacionales defensores de los Derechos Humanos.
Después de cuatro décadas de alternabilidad democrática en las que cada 5 años ejercieron el poder, mediante elecciones universales, directas y secretas, los partidos Acción Democrática y Copei, con todas las críticas que se le hicieron y todavía se le pueden formular, se avanzó en la consolidación de una República civil. Pero al no realizar las reformas que exigía la evolución del proceso democrático, para atender y resolver los problemas económicos y sociales que afectaban a la mayoría de los sectores populares, y aunque el zarpazo militar fue derrotado el 4 de Febrero de 1992, el descontento inevitable eligió como Presidente de la República a Hugo Chávez, un militar carismático y demagogo que destruyó la República civil e instauró una autocracia militarista, que le permitió concentrar en su manos todos los poderes públicos.
Siempre se debe recordar que después de 14 años en los que se realizaron varios eventos electorales, unos ganados limpiamente y otros con visos de fraudes, por la voluntad hegemónica de Hugo Chávez, estimulada y apoyada por la dictadura de los hermanos Castro, la oposición se equivocó varias veces al buscar caminos o atajos distintos a los democráticos y contribuyó a atornillar en el poder al Comandante golpista al abstenerse de votar en las elecciones del 2005 para la Asamblea Nacional, hasta que retomó el rumbo electoral, pacífico y democrático, con la constitución de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
Hoy la Alternativa Democrática representa a la mayoría de los electores, por lo que tiene todas las posibilidades, si no se abstiene gran parte de esa mayoría, de propinarle una derrota contundente al cuestionado Presidente Nicolás Maduro y a sus candidatos escogidos a dedo, muchos de esos maduristas sin vínculos con la sociedad que aspiran gobernar, desplazando a algunos líderes locales del chavismo que con su trabajo social buscaban la reelección. Abstenerse el 9 de diciembre es atornillar la autocracia continuista del madurismo, como se atornilló la autocracia chavista con la abstención del 2005, que le permitió nombrar a miembros del PSUV para el TSJ, la Contraloría y Fiscalía General de la República, la Defensoría del Pueblo y el Consejo Nacional Electoral (CNE). Si con el voto de la oposición le entregamos las alcaldías y los concejos municipales, impondrán las llamadas comunas, sin resistencia alguna.
RUMBO A LAS MUNICIPALES
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