Ventana abierta
Para recordar: “Un mismo suceso ocurre al justo y al impío, al bueno y al malo… Y después se unen a los muertos” (Eclesiastés 9:2,3 up).
Escogimos dos acepciones de las palabras velatorio, velación o velorio y son: “Acto en el cual se vela a una persona que ha muerto recientemente” (es.wikipedi.org). Otra dice: “Es el acto de velar (hacer compañía, acompañar) a un difunto. Aunque la verdadera finalidad del mismo es acompañar a sus familiares y amigos” (protocolo.org).
Al investigar en la Biblia, no encontramos ningún luto o velorio que se haya hecho de algún animal. Más al contrario, el pueblo de Israel, por más de cuatro mil años y tal vez todavía, considera que el tocar un animal muerto (igual, sucedía con un cadáver humano), la persona quedaba inmunda.
El Diccionario Bíblico Adventista, señala que si alguien tocaba un muerto, lo hacía “inmundo”, “impuro” por siete (7) días (Números 19:11-22). “El propósito de Dios era enseñar la distinción entre lo santo y lo profano, entre lo limpio y lo inmundo (Levítico 10:10)…; también ocurría con algún animal (ver Levítico 11:24-40). A la larga, servía como medida sanitaria o de salubridad.
Debemos resaltar, que está vigente la prohibición de comer animales inmundos, explicado en Levítico 11, porque no se trata de una ley ceremonial. Es una orden a no comer cosas prohibidas por Dios. Estamos hablando del cerdo, el gato, el perro, el ratón, pato, conejo, lapa, morrocoy, invertebrados, entre otros.
Cuando Dios le dijo al apóstol Pedro “Mata y come”, él respondió “Señor, no. Ninguna cosa profana e impura he comido jamás” (Hechos 10:13,14); lo dijo porque él era Judío y Dios tampoco quería cambiarle su hábito alimenticio. Lo que el Eterno le pedía al Apóstol: Que no llamara inmundo a los gentiles (a los no judíos), ya que Cristo había muerto por toda la humanidad y, en ninguna parte dice que Jesús murió por los animales, aunque Él los amaba ya que fue su creador.
Dado lo escrito, se convirtió en “el colmo de un velatorio” (para nosotros), una noticia difundida el 14 de Agosto de los corrientes, cuyo titular dice así: “Un hombre vela a su perro como si fuera una persona”.
Es el caso de Eusebio Carrasco, de Puerto Rico, dueño de una funeraria y con ello se expuso a ser multado hasta con cinco (5) mil dólares por realizar tal acto. (http://elcomercio.pe/actualidad/1617466/noticia-hombre-vela-su-perro-como-si-fuera-persona).
Según la noticia, el presidente de la Cámara de Dueños de Funerarias de Puerto Rico señaló: “…considero que la forma en que lo hizo esta persona no estuvo bien”.
Desde acá, no estamos promoviendo odiar a los animales, o no enterrar las mascotas, pero cuando se toca el punto que “tienen derechos a ser velados”, recurrimos a la Biblia y no nos autoriza hacerlo; ni por precepto, ni por ejemplo.
Cuando el sabio salomón habló de la muerte, incluía a los animales. En una ocasión señaló: “…mejor es perro vivo que león muerto” (Eclesiastés 9:4). Se refería a que el “León muerto”, no podía hacerle nada a nadie y sus conceptos los dirigió exclusivamente al ser humano. Allí insistió, que en la muerte nadie sabe nada. Es más, en el capítulo 3, como en el 9, el sabio dijo: “Dios juzgará al justo y al impío” (Eclesiastés 3:17). Notemos: Es la conducta humana la que está siendo evaluada y juzgada por Dios, y no la conducta de los animales.
Tal vez alguno se pregunta: ¿Los animales irán al cielo cuando Cristo venga por segunda vez? No, porque allá habrá una nueva creación de estos seres vivientes (Isaías 65:25). Pero, a todo lo que respira le ocurre lo mismo. Dijo el sabio: “Todo viene del polvo, y al polvo volverá” (Eclesiastés 3:20, comparar con Génesis 2:7; 3:19).
Podemos (debemos) hablar de salvación, mientras estamos vivos; ya el rey mencionado señaló: “Todo lo que te venga a la mano para hacer, hazlo con toda tu fuerza; porque en el sepulcro adónde vas, no hay obra, ni planes, ni ciencia, ni sabiduría. (Eclesiastés 9:4,10).
Mientras vivimos, los seremos humanos tenemos conciencia de lo que hacemos (si cometemos pecados o no), eso será llevado a un juicio; y de lo malo, debemos arrepentirnos, ya que Dios está dispuesto a perdonarnos, con la intención de trasladarnos a una Patria nueva y mejor.
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