“En verdad no lo imaginábamos, porque Brecha en el Silencio es una película intimista, de bajo presupuesto, con un muy drama duro. No es una película comercial, porque la protagonista tiene que pasar por un proceso doloroso, tanto físico como mental, que le choca al espectador”, explicó Luis Rodríguez, uno de los creadores de la película venezolana Brecha en el Silencio, cinta que fue seleccionada para optar en la nominación como Mejor película de lengua extranjera en los Premios Oscar 2014.
Así lo informó Alejando Bellame Palacios en su carácter de Chairperson del citado Comité de Selección, integrado por personas vinculadas al medio cinematográfico y representantes de la Asociación Nacional de Autores Cinematográficos de Venezuela (ANAC), la Asociación Venezolana de Productores Cinematográficos y Audiovisuales (Avepca), la Cámara Venezolana de Productores de Largometrajes (Caveprol) y la Asociación Civil para el Bienestar Social del Trabajador Cinematográfico (Abicine).
EL IMPULSO conversó con uno de sus directores, Luis Rodríguez, quien enfatizó que lo importante es que se han estrenado varias películas venezolanas de muy buena calidad, “hemos tenido bastantes estrenos, y en ese contexto, que hayan escogido a Brecha en el Silencio, es un gran logro”.
Como cineasta está consciente que la mayoría del público que asiste a salas de cine desean ver temas más ligeros, pero este trabajo es todo lo contrario, “lo focaliza una problemática humana, un problema cercano a nosotros, a la sociedad venezolana. Por eso no esperaba esta noticia, por ser un trabajo muy intimista y humilde”.
-¿Cómo ha sido la respuesta del público nacional y en los festivales?
-La película ha realizado un camino de festivales, en el Cairo se ganó tres premios; en cada festival la respuesta del público ha sido positiva, las personas dicen que la historia se va con ellos, no sale de la sala y la olvidan, se la llevan para la reflexión. Pienso que el cine tiene que remover, no sólo entretener, sino remover cosas dentro de las personas, porque para eso está el arte, y nuestro cine trata de eso. A nivel nacional el público es diferente, porque la mayoría quiere ver cine industrial, pero poco a poco vamos introduciéndonos en el gusto de los espectadores.
-¿Cómo siente que ha evolucionado el cine nacional?
-Ha evolucionado en diversas maneras, con nuevos cineastas que están creando y que ha traído un refrescamiento generacional. A nivel tecnológico estamos más cerca. También se ha democratizado, ya no es una cuestión elitesca. Estamos recobrando el espacio del cine venezolano.
-¿En qué está trabajando?
-En la segunda película que llevará por nombre Los Hijos de la Sal, comenzamos la filmación a finales de este año o principio del otro.
-¿Seguirá trabajando por la línea de la primera película?
-Sí, porque mi hermano y yo tenemos una visión del cine que tiene un proceso necesario, que está ligado a una búsqueda espiritual; por eso, trabajamos con historias que tienen un trasfondo espiritual, que va a hacia lo caótico o doloroso, porque ese es el camino de los personajes. En este otro proyecto nos vamos a radicalizar un poco más, no es cine de entretenimiento, ni para todo público, porque vamos a seguir la línea de trabajo intimista. Pero teniendo cuidado de no repetirnos, queremos hacer algo distinto, pero con personalidad propia y nuestra estética.
-¿Qué significan los premios y postulaciones?
-Una postulación para representar a Venezuela es un camino largo de promoción que tenemos que hacer en los Estados Unidos, organizar una plataforma, un lobby para que las personas de la academia la conozcan. Pero nosotros nos hacemos cine para festivales, no hay fórmula, sino que son escenarios deseados por uno, y cuando recibes un reconocimiento es porque tenemos una respuesta, un logro, no solo de los espectadores, sino de la crítica, porque ellos también son espectadores.
