Es muy delicado para una sociedad la permanencia de un sistema político que maneje la justicia a su antojo, ya que constituye a mediano plazo terribles consecuencias de polarización, y esto daría lugar a una deslegitimación de los órganos encargados de la aplicación de las leyes.
Así lo manifestó el politólogo Piero Trepiccione, al referirse a que se está utilizando la justicia para acorralar a dirigentes políticos que adversan al oficialismo.
Para Trepiccione es una situación extremadamente delicada, puesto que un sector de la población puede perder la absoluta credibilidad y confianza en tanto, cuándo y cómo se utilice la justicia en el marco de la polarización política.
Destacó la importancia que funcione el estado de derecho como lo establece la Constitución, porque de esta forma se aplican las normas de manera independiente, y no sujeta a un sector que gobierna para dañar sistemáticamente a otro sector que se le opone.
En este sentido, expuso que es hora de rescatar el Poder Judicial, como la institución más importante de cualquier sociedad, por tratarse de un elemento de justicia social y universal, mediante el cual los jueces deben actuar ciegos, es decir, aplicar los principios legales constitucionales, sin apegos político-partidistas.
Puntualizó que una justicia parcializada produce consecuencias nefastas a los afectos de la vida cotidiana de los venezolanos.
Uno de estos efectos es una especie de colapso o ruptura de la propia institución, y hasta de violencia política al no sentir la ejecución justa de la justicia.
Opinó que un Poder Judicial autónomo, apegado a las normas, sin duda alguna es el mejor principio de atracción de inversiones en el planeta, al asegurarle a las personas las garantías constitucionales.
A propósito de la justicia, Trepiccione se refirió al caso del jefe de seguridad y el gerente general del Sambil Barquisimeto, detenidos por presuntamente obstruir e impedir el reestablecimiento del orden durante los sucesos acaecidos el 14 y 15 de abril de este año en la ciudad.
Al respecto, afirmó que cuando se producen una serie de decisiones judiciales y no se soportan sobre pruebas fehacientes, sino que son producto de una utilización como arma política, desatan desconfianza.
Se extrañó por la premura como se destacó la justicia en esta oportunidad, habiendo tantos casos cuyas acciones ameritan la misma diligencia para ser resueltos y tarda en llegar.
