A principios del mes de agosto, Maduro informó que la primera fase del Plan Patria Segura fue “exitoso”. No quiero ni pensar cómo hubiera sido un “fracaso”. Hace una semana, anunció su “consolidación”.
En el Expediente del domingo 25/8/2013 en El Universal, el periodista Francisco Olivares escribió:
“Vestido de blanco y con el brazalete tricolor en el brazo izquierdo, Nicolás Maduro encabezó el lanzamiento del «Plan Patria Segura» que según destacó cuenta con más de 3 mil funcionarios del Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Este nuevo plan que se agrega a otros 20 del período de Hugo Chávez sería la continuación del anterior «Misión a Toda Vida Venezuela» a la que se le incorporó el elemento militar, invirtiendo el concepto civil de la seguridad.
A diferencia de su «padre político», desde el Patio de Honor Universidad Militar Bolivariana del Ejército, Maduro admitió que el problema más importante que tiene la sociedad venezolana por resolver es la criminalidad. «Le toca a la FANB, al Ejército, a la Guardia del Pueblo, PNB, CIPC, Sebin. Los llamo al servicio de la patria. Tiene que ser más operativo, algo más que patrullaje. Tiene que ser con consciencia, pasión, compromiso y amor», comentó a los efectivos presentes en el acto.
¡Ayayay!
Me imagino que no estoy sola en esta sensación: yo les tengo tanto o más miedo a los verdeolivas que a los malandros. Es terror lo que se siente al aproximarse –sobre todo de noche- a los conos anaranjados que anticipan una alcabala de la Fuerza Armada Bolivariana. Literalmente, la “fuerza” armada. El que nos detengan o no, el que disparen o no, es absolutamente discrecional. Como dice Olivares: “Luego de un difuso gesto que insta a seguir, la tensión baja tras haber superado con éxito esa barrera que pudiera indicar la diferencia entre la vida y la muerte”.
“Plan Patria Segura”. Me indigno cada vez que oigo hablar de “patria”. Porque la patria es como el magnicidio y los sabotajes: la sacan cuando se ven en aprietos. Llevamos quince años con ese disco rayado. Ya hemos pasado por algo que si no fuera tan patético daría risa, como la historia de que no tenemos papel toilette, pero tenemos “patria”.
¿Con qué se come la “patria”? ¿Qué significa “tener patria”?
¿Cuántos venezolanos hay que, además de ser tan requeté bobos de tragarse ese cuento, sean tan cursis?… Porque esa historia de tener “patria” cuando no se tiene más nada, es ridícula de toda ridiculez por decir lo menos.
No ha habido explicación oficial de cómo ni por qué los uniformados decidieron dispararle al automóvil donde se desplazaban Luimener Pacheco y sus tres hijas en Falcón. Aún teniendo la certeza –que obviamente no la tenían- de que hubieran cometido la peor fechoría, han debido disparar a las ruedas del carro, no a las tripulantes. Hay muchos carros iguales. El desatino sumó dos muertes más a las miles de muertes que han ocurrido en manos de los cuerpos de seguridad del Estado y privó a una de las niñas sobrevivientes de la visión en uno de sus ojos.
Vuelvo a citar a Francisco Olivares:
“Pero ese no ha sido el único episodio ocurrido en los últimos meses: unos días después, el 9 de julio, Reny Adolfo Suárez, un «pimpinero» del Estado Táchira fue detenido en una alcabala y murió al ser obligado a ingerir gasolina por los militares”.
¡Dios mío! ¡Un contrabandista es asesinado haciéndolo tomar la gasolina que iba a vender!… ¿Qué clase de salvajes, desalmados e inhumanos son esos entes?
Igual suerte corrieron Zoe López, Edwin Moisés Rivera, el cabo II de la GNB, Diosnny Manuel Guinand Yeudez y el alumno de la Universidad de Carabobo, Ánderson Oliveros, sólo por mencionar los últimos casos.
Pero hay muchísimos otros que tampoco han tenido explicación. Sin hablar de los que no han salido a la luz pública, pues las cifras de que se disponen son del Cicpc. Provea y otras organizaciones manejan cifras mucho mayores.
La verdadera patria agoniza en manos de verdugos que paradójicamente juraron defenderla.
@cjaimesb