Si el gobierno en verdad quisiera corregir en un buen porcentaje la caótica situación que esta viviendo nuestro país, tanto en el orden económico como en el social, bastaría con tomar un par de medidas, aparentemente sencillas pero altamente efectivas, en primer lugar borrar completamente de su mente la maldición del sistema comunista, lo cual no significa descubrir el agua caliente, muchos son los países que han intentado implantar dicho sistema sin que ninguno de ellos haya logrado éxito alguno, y al cabo de algún tiempo tienen que reconocer el total fracaso y retomar las vías capitalistas, o como quiera llamárselas, pero que impliquen el camino natural del saber vivir en paz y producción, que todo el que trabaje pueda cumplir su comprensivo derecho a obtener por ese medio bienes de fortuna que sean de su propiedad (no del estado omnipotente) y que puedan dejar en herencia a sus hijos, con el orgullo y la satisfacción de haberlas producido con su trabajo honrado.
En segundo lugar olvidarse de una vez y para siempre, del fantasma de Hugo Chávez, no estamos viviendo esa larga etapa del Egipto antiguo, durante la cual los vivos solo se ocupaban de los muertos, cientos de años esclavizados construyendo pirámides para el reposo de faraones y allegados íntimos. No tenía, por supuesto, el “Pueblo soberano” la libertad y/o capacidad de juzgar si el Faraón de turno en realidad había ejecutado un gobierno bueno o malo, si les había producido felicidad o desdicha, Al fin y al cabo eran dioses, o semidioses, a quienes los humanos no tenían el poder de criticar.
Pero ese ya no es el caso, ahora si podemos, y debemos, juzgar si el ejercicio del poder por parte de Chávez, resultó beneficioso o perjudicial para la vida del país. No seguir creyendo los cuentos de camino oficialistas, santificándolo mediante repeticiones por todos los medios de comunicación, completamente fuera de contexto, como si sus disparates fueran casi oraciones sagradas, guías para seguir a ojos cerrados, vías a transitar para lograr la felicidad y engrandecimiento de la Patria, complementadas, además, con los mensajes que el “pajarito” le susurra al actual presidente y que sólo él escucha.
¿Dejó Chávez un país sano, solvente, en sus deudas internas o externas? O, pese a haber manejado el mayor ingreso de divisas en toda nuestra historia, dejó obligaciones muchísimo mas cuantiosas que cuando recibió la jefatura del Estado, todavía no sabemos como las vamos a pagar. Dios no quiera vuelva a repetirse la triste y dramática historia de varios países bloqueando las costas de Venezuela, con sus barcos de guerra, para cobrarle las deudas contraídas, como ocurrió en diciembre del año 1902.
¿Cumplió Chávez su machacada oferta de convertir a Venezuela en una patria grande, bonita, soberana, independiente de toda otra nación, autosuficiente? Basta con recordar algunas declaraciones formuladas por altos funcionarios oficiales (para que no se diga que son inventos de la oposición) La ingerencia de militares cubanos “asesorando” a nuestras Fuerzas Armadas. A múltiples Notarías a nivel nacional. Su “colaboración” en el llamado nuevo sistema de cedulación ¿Eso es soberanía?
¿Autosuficiente? ¿Y es que las empresas y haciendas expropiadas están produciendo por lo menos lo mismo que lograban cuando eran administradas por sus propios dueños? Día a día vemos o leemos las protestas y reclamos de sus actuales administradores, porque están quebradas, o paralizadas, y el gobierno no les suministra divisas para importar (porque aquí ya no se produce nada) los insumos necesarios, ni siquiera en moneda nacional para pagar sueldos y prestaciones.
¿Vale la pena seguir perdiendo el tiempo recordando a este señor, o sería mucho mejor pensar y trabajar en función del PAIS?