Recientemente las autoridades del INTI manifestaron que reactivarían los procesos de revisión sobre tierras de vocación agropecuaria, frente a este anuncio los venezolanos tenemos derecho a plantear lo siguiente:
El cambio climático y la degradación del medio ambiente es un tema que progresivamente ha venido escalando posiciones en la agenda política internacional al punto que los Estados Unidos, renuente a tratar esta materia , se ha visto obligado a convocar expertos para analizar lo que se ha constituido en una mortificación planetaria durante las últimas décadas.
Pero no obstante que los países del llamado primer mundo incorporen el tema ambiental con carácter prioritario es apenas el inicio de un camino en el cual andamos contrarreloj porque cada días nos hacemos más vulnerables frente a las furias desatadas de una naturaleza que ha empezado a cobrarnos la prepotencia con la cual hemos abusado de unos habitas que nos fueron confiados en calidad de préstamo temporal.
Una de las causales más terribles que inciden en el deterioro ambiental viene dada por la ignorancia de quienes inadvertidamente actúan contra los equilibrios naturales imbuidos dentro de planes económicos que algunas veces tienen una sustentación social orientada hacia objetivos transcendentes. Eso es precisamente lo que sucede en Venezuela respecto a la aplicación de una política de tierras dentro de la cual se ha trasladado la posesión de la tierra del sector privado hacia cooperativas de inspiración oficialista.
Sin entrar a considerar los resultados a nivel productivo y su obligatoria comparación con años anteriores, lo cual es algo que debiera hacerse con urgencia para diagnosticar nuestras reales posibilidades de producción alimentaría en los futuros escenarios de escasez mundial, lo que sí podemos observar con preocupación es que estas ocupaciones de tierras han traído como consecuencia nuevos deterioros ambientales que por razones políticas se han mantenido bajo la sombra protectora del silencio y la tolerancia de las autoridades ambientales.
Son muchos los casos reportados. Recordemos a manera de ejemplo el de Cujicito, ubicada en el municipio Simón Planas. Allí se hizo una distribución a las cooperativas mediante la cual se destinó para cultivos partes montañosas, el plan es que allí se siembre café. Es de hacer notar que en las partes altas de Lara donde tradicionalmente se ha sembrado café actualmente existe un proceso grave de deforestación porque los caficultores al no tener un precio sustentable se han venido mudando hacia cultivos estacionales, por ello han eliminado cafetos y árboles de sombra para sembrar maíz, caraotas u otros rubros temporales, eso está afectando las cabeceras de los ríos que nacen en estas montañas. La conclusión es que en Cujicito lo más probable es que en las tierras destinadas a café se cultiven rubros que obliguen a una deforestación constante. De hecho la tala y quema en esta hacienda actualmente ya ha generado un drama ambiental, mientras que la actividad agrícola no se ve por ningún lado.
Como vemos el deterioro ambiental no es relativo solamente a la emanación de gases contaminantes, al uso de aerosoles y el desecho de químicos no biodegradables sobre ríos y sus afluentes. El deterioro ambiental tiene que ver con muchas variables y todas ellas son importantes a la hora de planificar el uso que deben tener las unidades productivas, bien sean industriales o prediales. Por ello las autoridades de gobierno, no importa su son nacionales, regionales o municipales, no pueden ignorar esta realidad al momento de apoyar nuevos usos económicos para aquellas tierras que son objeto de ocupación campesina. Sin hacer consideraciones políticas o ideológicas sobre este tema controversial, lo cierto es que mucha de esta tierra ocupada no cuenta con un monitoreo ecológico porque sobre este proceso priva un elemento de resguardo político. De esta forma los nuevos ocupantes celebran, los antiguos poseedores reclaman y protestan, mientras que la tierra, para desdicha inadvertida de todos los involucrados, muestra impotente graves heridas en sus entrañas silenciosas.