Planteamientos – Invasión de la privacidad

Una hipótesis para discutir un tema de innegable actualidad, controversial y complejo, puede ser la siguiente:
El precio que hay que pagar para que una empresa, cualquiera que sea, invada la privacidad de alguien para ofrecerle un producto o servicio, según sus preferencias, edad, valores, religión, u otros rasgos del perfil sociodemográfico y económico presentes en un estudio de mercado, es precisamente la posibilidad que le brindan los sitios de Internet, como Facebook, por ejemplo, de relacionarse, de manera gratuita, por medio de las redes sociales que construya, con solamente aportar los datos que le pidan.
El número de usuarios registrados, que ya sobrepasa los mil millones de personas en todo el mundo, representa una invalorable base de datos que ya quisiera para sí, cualquier organización especializada en ese tipo de estudios. De allí que la información que registra la trasnacional informática, constituye su activo clave y es lo que la convierte en uno de los grandes negocios, en estos tiempos de la innovación y del conocimiento. Al lado de My Space, Google, Yahoo, hi5 y otras.
En cierta forma, la invasión de la privacidad que tanto suele ser cuestionada por muchos, es relativa, porque es permitida por parte del usuario, en tanto derecho que cede o concede a la empresa informática, consciente o inconscientemente, para tales fines. Esa relación de interconectividad ha duda ligar a que se hable de “Privacidad 2.0”, para aludir a que asistimos al intercambio de información muy personal y de manera cotidiana a través de Internet.
Como ocurre con otros procesos o fenómenos, inimaginables en épocas pasadas, la globalización y la digitalización, entre otros factores, las fronteras entre “lo público” y “lo privado” se debilitan cada vez más, sus espacios se vuelven más solubles y se transgreden sin que la legislación sea capaz de responder a las “expectativas razonables” que se aconseja mantener frente a tanto desafuero.
La invasión a la privacidad en medio del ciberespacio va más allá de la posibilidad de estafa económica mediante el acceso a las cuentas bancarias y a las tarjetas de crédito; incluye también el riesgo del morbo por la diversión. La cofradía se expande gracias a que sus seguidores no vacilan en poner al alcance de los adictos a la perversidad, los discípulos tecnológicos de Sade, las herramientas de control remoto (RAT, por sus siglas en inglés), para entrar en los archivos de las víctimas, buscando y divulgando fotos y videos de su vida íntima. Hacen del denominado “sexting”, una práctica habitual.
Richard Stellman, creador del movimiento en defensa del software libre, sobre la base de la libertad intelectual, es contrario a toda acción que promueva la concentración de información en manos de pocos, como acción contraria al origen de la red global. A propósito del cibercontrol, ha dicho: “Todo lo que hacemos en nuestra propia computadora también es controlado por otros cuando se usa software no-libre. Los sistemas de Microsoft y de Apple aplican grilletes digitales (características especialmente diseñadas para crearles restricciones a los usuarios).
Por si fuera poco, mientras esto ocurre en el campo de los negocios, en la acera de enfrente están lloviendo las denuncias contra los gobiernos por el uso indiscriminado del poder, a través de las agencias u oficinas de seguridad nacional, por la abierta violación de la legislación sobre la privacidad.
También alerta Mariano Blejman, en un artículo titulado: ¡Cuidado¡ Están mirando lo que haces. (15/ 02/ 2013), acerca de lo siguiente: “La empresa Cisco piensa que en el año 2020 habrá cerca de cincuenta mil millones de artefactos conectados entre sí. Los artefactos de la vida cotidiana van a vivir conversando y las cámaras de video son apenas un primer paso. Los objetos tomarán decisiones sobre las personas, quienes confiarán ciegamente en la automatización de algunos procesos. La privacidad será un tema menor. Realmente menor”.