Son de larga data en la historia las viejas pugnas entre militarismo y civilismo, que ocasionaron sinsabores que se incrustan en la conciencia colectiva, llegando a perdurar, bajo el peso de ciertas modificaciones, aunque todavía se rememoran, por servir de elementos de juicio en las tradiciones y análisis de los tiempos.
He aquí, estos factores que antes sentaron su motivación, en pugnas acentuadas y tormentosas, modificándose ante nuevas formulas de organización social, cuando el institucionalismo, iba ganando en coexistencia y estabilidad, en el acontecer actual, tratando de incorporar, al debate cívico, del tiempo nuevo que transitamos, aspectos de personalismo absurdo, que no tienen asideros en el enfoque civilista y dentro de los procedimientos democráticos republicanos, donde el gobernante no sea déspota ni el ciudadano súbdito.
Quien asume la condición de Presidente, sin consolidar aún su legitimidad absoluta, promueve injerencia ventajista al postular, figuras militares, para optar en las justas municipales. Interfiere en la integridad institucional del proceso y suma el favor oficial, a un acto cívico y transparente y menoscaba la soberanía personal. Además, la participación del Ejecutivo, vicia el proceso, por su vergonzosa interferencia, cuyo ventajismo y prepotencia, han denunciado los medios de comunicación social.
Por si no fuera de indómita intemperancia, este asedioso renacer, de incidencia personalista en postulación de un aspirante a curul municipal, que hizo pública el señor Nicolás Maduro, prohijándola con respaldo oficial, no solamente tipifica una falta grave de nulidad, que vicia el proceso, sino la calificada por la violación del sufragio que por mandato constitucional, debe emitirse libre de presiones y apremios. Constituye también, otro acto de violación a la Carta Magna, postular profesionales militares a cargos de representación popular, que rechaza continua y sistemáticamente, la doctrina del Libertador, aplicable en esos casos específicos.
Para consolidación de la República y el armonioso funcionamiento de la institucionalidad democrática, estableció Bolívar que la fuerza armada no delibera. En forma permanente sostuvo este criterio rector, como lo sostiene en su amplia y docta teoría de Derecho Constitucional Suramericano. En el comienzo de la gesta emancipadora, Bolívar planea su afirmativa doctrina, dando preeminencia a la concepción del civilismo. En el tempestuoso año 14, perfila esta notoria consideración: “Un soldado feliz no adquiere ningún derecho para mandar a su patria. No es el árbitro de las leyes ni del Gobierno; es el defensor de su libertad” (Bolívar, Convención de San Francisco, Caracas, 2 de enero de 1.814) Sistematiza la doctrina dándole contenido homogéneo y científico: “El sistema militar es el de la fuerza y la fuerza no es gobierno” (Carta al Padre Madariaga, Puerto Príncipe, 26 de noviembre de 1.816). Hace de los principios la orientación y guía de la Sociedad: “El soldado no debe deliberar. Desgraciado del pueblo cuando el hombre armado delibera” (Bolívar, Discurso al Comandante General de Cundinamarca, Bogotá, 24 de junio de 1.828).
La Constitución Bolivariana y a la letra se expresa: “Art. 1ero. La República Bolivariana de Venezuela es irrevocablemente libre e independiente y fundamenta su patrimonio y sus valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional en la doctrina de Simón Bolívar el Libertador” (Constitución Bolivariana).
Esa desfachatez ventajista que impulsa la cúpula socialista, ha sido vetada por la base y lideres de movimientos sociales del chavismo (no contaminados) impugnado las candidaturas impuestas. Los tupamaros de Vargas, la del General Carlos Alcalá Cordones. En Trujillo, el movimiento de protesta, se encrespó en una muchedumbre que tomó la Plaza Venezuela de Caracas y despertó conmoción general. Hurra a los paisanos, que defienden las glorias del terruño. El Trujillano es por naturaleza arisco e insumiso y cuando llega al servilismo deja de ser trujillano. Aquí en Barquisimeto el General Luis Bohorquez, de estirpe militarista, según informa El Nacional (23-8-13) tiene la repulsa de grupos chavistas. El civilismo de Lara, afirma su raíz nativista, en la candidatura de Alfredo Ramos, cuya reciedumbre y respaldo popular es total. Esa corriente irrevocable del civilismo larense, dará el triunfo a su abanderado Alfredo Ramos, en la silla de la Alcaldía de Iribarren. ¡Dios premia el triunfo con la constancia!
Inconstitucional la postulación de militares
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