Después de ocho meses de estar al frente del gobierno, legítima o ilegítimamente, el señor Nicolás Maduro tampoco ha dado buenas señales a los efectos de la reconciliación nacional. Al contrario, cada día quiere ser más radical que sus competidores internos. Es más creemos que es eso lo único que él seguirá haciendo. ¡Qué otra cosa puede esperarse del jefe –aparentemente- de la cúpula podrida y radical del PSUV y del gobierno!
Mientras tanto el monstruo de la polarización sigue su marcha, haciendo estragos por donde quiera que pasa. Porque tampoco el radicalismo opositor hace un alto en el camino. Unos y otros, los primeros por vocación y los adversarios del gobierno será por devoción, todos los días le agregan combustible al fuego. Y lo que es peor: arrastran hasta el centro del incendio a quienes sienten que la confrontación que vive hoy Venezuela, podría conducirnos a imprevisibles episodios de violencia.
Pensamos nosotros que aún queda tiempo para la reflexión. Poco, pero queda. Y al efecto proponemos la que pudiera resultar menos traumática que cualquiera otra. Es exigente, sin embargo sería muy efectiva. La metodología a desarrollar requiere de coraje y decisión. Busquemos la forma de unir en un solo bloque a los activistas sensatos de uno y otro lado, a objeto de actuar coincidentemente a favor de la reconciliación nacional. Pensemos por un minuto, si un esfuerzo de tal naturaleza tuviera su origen en la Asamblea Nacional. ¡Imaginemos la trascendencia! Seguiremos ahondando en este tema. Porque hay que detener ese monstruo, antes de que arrastre a todo el país. ¡Sería una manera de demostrar nuestro amor por Venezuela!