La actriz venezolana Judith Vásquez celebra 33 años de vida artística, una carrera que sigue cosechando cada día sin descanso, para muestra es su obra Amores de Barra, que lleva tres años ininterrumpidos en los escenarios capitalinos.
EL IMPULSO conversó con la artista, quien emocionada expresó lo feliz que está de seguir haciendo lo que le gusta: actuar. En estos momentos está escribiendo su tercera obra de teatro, que será al mismo estilo que su anterior pieza (Amores de Barra) un café concert.
-¿Cómo se siente con la celebración de sus 33 años de carrera?
-Estoy súper agradecida, principalmente con el público, porque uno como intérprete, sin sus afectos y su seguimiento no tenemos carrera. Nuestro público es el mejor regalo a nuestro trabajo, a quienes esperamos que les llegue y les guste lo que hacemos.
-La celebración es doble, porque también está celebrando tres años de su obra Amores de Barra
-Sí, son tres años ininterrumpidos de esta pieza. Todo el equipo está súper contento, porque es un espectáculo que todas las semanas, de jueves a sábado, hacemos reír al público, lo disfrutan, los hacemos pasar un rato distinto, es un café concert que no hay muchos en Venezuela.
-En más de tres décadas de trayectoria, ¿cómo han sido los altos y bajos?
-Eso es parte de la vida, siempre hay altos y bajos en el camino. A veces uno quiere estar en una novela, pero no eres seleccionada, esas son cosas que ocurren. Porque tu trabajo y entrega no garantiza que vas a tener empleo, eso es lo duro de esta profesión. Pero el público siempre te recibe con los brazos abiertos y siempre hay críticas positiva. A veces los nuevos papeles no dependen de tu carrera, sino de los demás, eso no es solo en Venezuela, sino a nivel mundial, aunque en México tú ves una artista que comenzó a los 14 años, y tiene 45 años, y sigue de novela en novela, pero aquí no ocurre eso, no es el caso.
-¿Cómo ha sido la experiencia de escribir?
-Es algo que me regaló Dios. Actualmente estoy escribiendo otro texto. Esa inquietud me vino luego de leer tantos libretos, que nunca son demasiados, donde he leído full letras, historias, personajes, conflictos y escenarios; también me ayudó el haber dado clases, todo eso me dio la facilidad de escribir. Mi primera obra fue Confesiones de ellas y ellos, luego vino Amores de Barra, que fue mi desahogo luego de mi divorcio, ahí nació esa historia.
-¿Qué legado quiere dejar a la nuevas generaciones?
-Primero que se preparen bien, porque el talento nace con cada quien y su instrumento es el cuerpo, su voz, los gestual y los sentimientos, lo cuales hay que educar. No hay límites mientras te conozcas, pero debes conocer tu instrumento para prestárselo a los personajes, que a veces son similares a nosotros o muy distintos. Les digo que luchen por sus sueños, que el límite es el cielo, porque Dios siempre premia la perseverancia. Y que se entregan al público y disfruten al máximo.
Sobre trabajar en las tablas comentó que es muy satisfactorio lo que está viviendo en el teatro: “Tengo una nómina de 25 personas, donde le estoy dando fuente de empleo a muchos colegas, es una gran bendición.
Lo que más disfruto es que no me estoy presentando en un teatro convencional, sino en espacios no convencionales, como en los restaurantes de hoteles, donde escuchar riendo al público no tiene precio”.