LA RED DE INSTITUCIONES LARENSES… ¡EN ACCIÓN! – VENEZUELA INMENSA.

Desde el comienzo de los tiempos Venezuela se ha caracterizado por ser un lugar privilegiado. Cuando los colonizadores llegaron a sus costas, desde su lejano avistamiento, la denominaron “Tierra de Gracia”. La eterna primavera hizo de su clima un lugar especialmente favorecido para habitarlo y para desarrollarlo en la agricultura y la cría; polos de producción en aquellas épocas. La leyenda de “El Dorado”, premonitoriamente, anunció nuestra riqueza minera y asedió la ambición de aquellos aventureros que se lanzaron al mar en pos de la fortuna, e instó la huida, de cruentas mazmorras, de los que habían sido condenados por crímenes cometidos; para algunos de ellos el futuro era el cadalso.
Más de trescientos años de cruel genocidio fueron los dolores de la República que parió a los más grandes libertadores de América y del mundo; nación que aprendió a dar sus primeros pasos entre caudillos y montoneras; entre hombres dignos y probos amantes de la libertad y, entre, saqueadores de caminos e incendiarios de caseríos pueblos y sabanas.
En los lomos de caballos, mulas y burros fue trasladado el desarrollo poblacional del país que abasteció la despensa del mundo con el mejor café, cacao, cueros; de alimentos provenientes de la producción agrícola y pecuaria y, hasta de plumas de garzas utilizadas para adornar las testas de damas de diferentes sociedades como la londinense o parisina. Éramos un país exportador, y para comienzos del siglo veinte, año 1.913, apareció en nuestras tierras un líquido oleaginoso predestinado a marcar la vida de los venezolanos… ¡El petróleo!
Cambiamos el status de vida; de ser una población netamente rural, nos transformamos en personas citadinas en búsqueda de los espejitos que trajeron los conquistadores. Los esquemas poblacionales se invirtieron y los labriegos pasamos a ser obreros, guachimanes, oficinistas, técnicos, profesionales y científicos.
Venezuela, la madre compasiva y protectora, abrió sus brazos a los inmigrantes, especialmente, a aquellos que huían del holocausto de la Segunda Guerra Mundial. Mezcló la sangre de sus hijos y evolucionó genéticamente.
El siglo veinte sirvió de lapso afortunado para acelerar la expansión positiva para el pueblo venezolano, aún cuando en su comienzo estuvo determinado por una cruel dictadura. Se desarrollaron pueblos y ciudades modernas; se electrificó al país, se construyeron hospitales, carreteras, autopistas, puertos, aeropuertos, avenidas y ferrocarriles. Se modernizaron vías de comunicación terrestres; no pudiendo olvidar que muchas de hicieron con la sangre de numerosos coterráneos; entre ellos, y en un gran porcentaje, sangre de estudiantes que lucharon por darnos la libertad y defender la democracia.
Venezuela llegó a liderar las economías de la América latina y éramos el atractivo para los inmigrantes que huían de dictaduras o de aquellos que buscaban un mejor porvenir para sus familias
En nuestro país muchos sectores de desarrollo humanístico, intelectual, técnico, profesional y económicos son atractivos de indiscutible importancia; se requiere de seguridad jurídica y, de políticas coherentes para ese desarrollo. Es imperioso oír a los empresarios nacionales y foráneos, analizar las necesidades de los diferentes sectores e, implementar métodos, sistemas y procedimientos que conlleven al logro de los objetivos de manera positiva, como lo han hecho en otros países de la región que carecen de las bondades que Dios, Todopoderoso, le asigno a esta Tierra de Mágica.
Los diferentes integrantes de la Red de Instituciones Larenses constituyen los manantiales del conocimiento, probidad, altruismo y apego al trabajo necesarios para el desarrollo de los potenciales nichos de proyectos de inversión económica, social, educativa, cultural, artística, técnica, científica, etc., bajo un esquema que conlleve a la consecución de beneficios para las empresas y para el Estado.
Por sus características y ubicación el estado Lara conforma una cantera de potencialidades para la inversión. El éxito estaría asegurado partiendo de lograr la normalidad en la implementación de la Constitución Nacional; de los derechos humanos y económicos; del respeto a la propiedad; pura y simple; perfecta e irrevocable; del derecho humano a tener una remuneración digna y suficiente; tal y como fueron conceptualizados por el espíritu, propósito y razón del legislador probo y como han sido aceptados tradicional e internacionalmente.